La carta a los españoles americanos y su repercusión en la independencia de Hispanoamérica

32 RAUL PALACIOS RODRIGUEZ Hemos dicho que durante los veintitrés años de destierro en Italia, los Viscardo no mantuvieron una residencia fija en Massacarrara. Por ejemplo Juan Pablo contínuamente viajaba a Roma, la ciudad eterna, Florencia, Módena, Livorno, Bolonia, etc. con el fin de aligerar las gestiones de índole familiar a que ya hemos aludido líneas arriba. A principios de 1792 estando en Bolonia decide dejar para siem– pre Italia con el propósito -al menos así lo creen Vargas Ugarte y Vergara Arias- de dedicarse a sus actividades revolucionarias en unión de los patriotas que se hallaban en Francia e Inglaterra. A partir de ese momento -apunta el padre Vargas- su nombre figu– rará en listas sucesivas como prófugo e indicándose al margen que se ignoraba su paradero 34 • El 5 d-e marzo .de 1792 Juan Cornejo, Minis– tro español en Génova, se apresuraba a escribir al conde de Floridablan– ca informándole que el jesuita tal vez se "haya encaminado a España o América" pues "improvisadamente ha desaparecido" 35 • 4. La vivencia del dolor humano que experimenta como jesuita deste– rrado.- Negar la afirmación que hacemos con este epígrafe sería ir con– tra lo que en realidad ocurrió y marginar simultáneamente un aspecto muy importante de la vida de nuestro precursor. Con ello, como aparen– temente podría parecer, no buscamos disminuir ni mucho menos mini– mizar la figura del ex-jesuita; todo lo contrario, pretendemos ubicar al personaje en la exacta dimensión humana que le tocó vivir como hom– bre común y corriente, lejos de su patria. Un ligero análisis de algunos pasajes de su vida en el destierro confirmará lo que postulamos. Así como el arequipeño, la mayoría de los miembros de la Orden se sintieron profundamente afectados por la medida de extrañamiento a que fueron sometidos. El postrer destierro a lugares completamente desconocidos, ahondó aún más este sentimiento de añoranza y nostalgia por la tierra que los vió nacer y por los parientes que dejaban. A esto debemos agregar el estado de pobreza en que cayeron mu– chos de ellos, ora por la mísera pensión anual, ora por la falta de re– cursos familiares. Tal fue el caso patente de nuestro compatriota. No obstante la adversidad que lo rodeaba, y este es un mérito que hay que subrayar en el pampacolquino, jamás se dejó abatir por los golpes que 34. VARGAS UGARTE, Rubén S. J. .. La Carta... p. 60. 35. Tomado de: VERGARA ARIAS, Gustavo... Op. cit. Cap. III, p. 53.

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