La expedición libertadora

297 empeñar á esos amigos para que hagan un eshierzo porque aquí no hay arbitrios. Desde que se tuvo noticia de la expedición de Lima sobre ese país hizo el comercio una cruel suspensión á su giro; y la aduana no produce la mitad de lo que daba. Que Monteagudo sirva á ese Estado, nada tiene de extraño ni de chocante porque en él no tiene los comprometimientos que en el nuestro; y lo que yo escribí á usted fué en concepto á ser empleado en nuestro ejército. El llegó aquí; como usted sabe; gritó inmedia– tamente contra el partido de oposición que tiene, solicitando que se expeliese; yo tomé sobre mí el internarlo á Mendoza en clase de confinado: se pasó á Chile sin mi licencia ni consentimiento; se supo que había sido por su propia resolución, porque yo no lo oculté a los muchos que me lo preguntaron. Si después de estos antecedentes se viese colocado en nuestro ejército se inferiría con razón que yo obraba una intriga con mengua de mi circunspección y verdad. Los amigos están buenos y saludan á usted: Dios haga á usted feliz en proporción á los deseos de su amante amigo su J. Martín de Pueyrredón. -0-- Buenos Aires, 9 de abril de 1818. (162) Señor don José de San Martín. Amigo de mi mayor estimación ':( confianza: Nada de lo sucedido en la poco afortunada noche del 19 vale un bledo, si apretamos los puños para reparar los quebrantos pade– cidos. Nunca es el hombre público más digno de admiración y respeto que cuando sabe hacerse superior á la desgracia, ron· servar en ella su serenidad y sacar todo el partido que queda al arbitrio de la diligencia. Una dispersión es suceso muy común; y la que hemos padecido cerca de Talca, será reparada en muy poco tiem– po.

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