La expedición libertadora

430 (244) Santiago de Chile, l? de mayo de 1819. Señor don José de San Martín. Mi querido amigo: No sé que contestar a la reservada del 24. Usted dice que está resuelto el partido que ha de tomar: yo lo presiento y no puedo per– suadirme de que si da lugar a la reflexión nos abandone entre los males que vienen sobre el país. Hasta aquí no es el interés que ha guiado los pasos de usted, es la libertad de la patria y el bien de nuestros hijos, esto siempre debe reglar su conducta y acordarse que no siempre los. amigos le han sido infieles. Si usted busca la tran· quilidad de su espíritu no la encontrará en ningún punto de la tierra, mientras se aumenten los peligros de la América o por nuestros erro· res o por los esfuerzos de los enemigos. Usted no puede desconocer que en cierto modo está en la obligación de responder de la seguri– dad del país, y que los medios de conseguirlo no son tan espinosos. Usted me dice que algún día me pondrá al alcance de ciertas cosas, que han acrisolado su paciencia pero entonces me oirá usted repetir las reconvenciones que tantas veces he hecho a su amistad: quisiera que estuviéramos de silla a silla para desahogarme. Mire usted por sí, por su patria, y por sus amigos, decida con la filosofía de un hombre honrado. No olvide usted a su más fino amigo. Tomás Guido P.D.- No puedo apartar de mi memoria que usted ha ofrecido bajo suJinna a los pueblos del Perú entrar a su territorio a libertar– los, que usted ha ,vinculado siempre su opinión y su honor al cum· plimiento de sus promesas. Ninguna más pública, ni más útil que ésta, usted decidirá, qué compromete más su reputación, si no cum– plir lo prometido o procurar por sí los medios para hacerlo.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx