La expedición libertadora

94 demos lo que jamás vuelve. Ahora parece que la ocasión brinda el Perú. ¿Lo dejaremos solo hasta que el enemigo, desengañado de nuestra impotencia, vuelva a ocupar sus antiguas posiciones? Sí, mi General; aunque nos llamen y nos abandonen a Lima tam– poco la ocupamos si usted no viene. Tal es el sistema destructor de lenidad que rige en favor de los godos; y tal es, el descrédito del Gobierno para recibir auxilios de patriotas. En fin, mi General, nuestra impotencia, que no está en la naturaleza de las cosas, sino en ciertos abusos, pide, grita, clamorea la presencia de usted. Este' viaje, sería a la patria más alto servicio que una gran victoria cam– pal. He hablado con Quintana y sabido por él de todo el riesgo en que se halló la salud de usted; confieso mi incredulidad: hasta ahora estaba persuadido que el gran mal de usted estaba sólo en el corazón. Aquí hay remedios, mi General; venga usted y sa– nará con el placer de ver salvar la patria por su mediación. Es de usted afectísimo apasionado. Miguel Zañartú. (350) Buenos Aires, 10 de junio de 1819. Señor don José de San Martín. Mi General y amigo: He recibido la apreciable de usted y quedo con el placer de su convalecencia. Me es lisonjero en cierto modo que adapte a la salud de usted; el temperamento de Chile, aunque siento haya en este clima la latitud que le perjudica. Pueda ser que mudando la estación sea otra cosa, bien que ya haya pasado el preciso tiempo de obrar. Las últimas noticias de Cádiz alcanzan hasta el 10 de abril. La expedición grande estaba por falta de los primeros elementos, despacio. En opinión de los más empeñados, no podría salir hasta octubre o noviembre. Mucho tiempo nos daban si lo supiéramos

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