La expedición libertadora

118 dese un sigilo eterno sobre el movimiento, es decir, hasta la lle– gada de los granaderos y cazadores del ejército de los Andes a Santa Rosa. Queden todos los equipajes para no embarazar la marcha, nombrando cada cuerpo un oficial con una partida de toda confianza; el caso es que el ejército pase la cordillera sin ex– perimentar deserción. Otro oficial deberá quedar encargado de re– coger y conducir los vestuarios de cada cuerpo y demás enseres que queden, a cuyo efecto se les dará aquella cantidad de dinero necesario que sea preciso. El intendente del ejército nombrará un oficial de toda confianza para que conduzca los caudales que per– tenezcan a dicho ejército, como se lo prevengo en esta fecha, que– dándose él por algún tiempo para beneficiar Jos créditos y arreglar el finiquito de las cuentas con el Estado de Chile. El repasar los Andes el ejército de estas provincias, es operación bien escabrosa, sin experimentar deserción; pero los talentos conocidos del señor Brigadier Balcarce o en su ausencia el señor Coronel Las Heras, sabrán vencerlas con aquel pulso que les es característico. Vengan avisos repetidos y por mano de oficiales de confianza, de todos los aprestos y operaciones que se hagan para repasar los Andes, a fin de facilitar los recursos para la mayor cantidad y transporte del ejército. Condúzcase toda la artillería que se pueda; vénzanse todas las dificultades que se opongan para este efecto, pero con precaución y que sea después que las tropas hayan pasado la cor– dillera. Sin err,bargo, de todo lo expuesto si el señor General Bal– carce o en su ausencia el señor Comandante General del cantón, el señor Coronel Las Heras, creyese ser imposible ocultar su mar– cha, como me lo presumo, y que se puede sacar mejor partido ma– nifestando claramente al soldado el honroso objeto a que se le desti– na, como es a libertar las provincias del ataque que se espe– ra, lo verificaría, y por este medio tendrá más proporción para hacer sus aprestos sin que se conozca ocultación. La adjunta pro– clama, en el caso anterior, la hará leer al ejército. Aunque digo que las mulas serán fletadas por cuenta del ejército de los Andes, debe entenderse que sólo es en el remoto caso de que el Estado de Chile no las proporcione. Si V. S. cree no resultarán perjuicios el que sin esperar a los granaderos y cazadores de los Andes puede el ejército que está en ese cantón emprender la marcha, lo veri– ficará sin pérdida alguna. En conclusión V.S. puede alterar este oficio y disponer como tenga de conveniente al mejor servicio de la patria. Cualquier duda que ocurra sobre los particulares expresa– dos, podrá V.S. ponerse de acuerdo con el señor Diputado de las Pro– vincias Unidas a quien ~n esta fecha le digo lo mismo respecto a

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