La expedición libertadora
145 Las novedades del sur parecen que se han apaciguado, pues nada se habla de ellas hace muchos días. Tengo entendido que los que allí quedaron se encuentran poco menos que enteramente di– sueltos, pues hay batallones que apenas cuentan con ciento y tan– tas plazas .Esto es consiguiente a Ja dirección que tienen, y a que se quiere que se mantengan de la providencia. No sabemos palabra del éxito de la escuadra. La falta de sus comunicaciones nos debe persuadir que no consiguió sobre el Callao ninguna ventaja de consecuencia. Los planes ulteriores, creo que no pueden decidirse, sin contar con una completa seguridad de nuestra parte sobre el Pacífico. Si no se r epasa Ja cordillera, considero convendrá que los ba– tallones números 11 y l~ de cazadores pasen a acantonarse a Quillo– ta, donde pueden ser completados, y estar en proximidad al punto de embarco, si se ef ectúa. Los de negros podrán ir a 'la capital, don– de creo habrá rr.ás proporción para darles algún aumento. La ca– ballería podrá quedar un cuerpo en Santa Rosa, y el otro en San Felipe, de donde se sacará oportunamente lo que haya de llevarse a la expedición. La artillería me parece que también debe ir a la capital, y que en caso ele necesidad podrá completarse con ella nuestros batallones de infantería, después de poner superabun– dantemente dotadas las piezas que hayan de marchar. No haga usted caso de las instancias de mi mujer sobre mi re– greso porque es plegaria de todos los casados. No deja de tener razón, pues rodeada de muchachos, penden todos sus recursos de lo que yo pueda facilitarle. Tengo la desgracia de que el gobierno se echó sobre dos partidas de onzas que le mandé en los correos de septiembre, y no hay esperanzas de cobrarlas. Tampoco se le ha cu– bierto la letra de quinientos pesos que bajo la garantía de usted se dió por la intendencia, a consecuencia de igual suma que entregué en diciembre último para las necesidades del ejército. Es cosa terri– ble que el gobierno se niegue a facilitar socorro alguno a mi familia, y que por otra parte, le prive de los auxilios que a costa de inmen– sas privaciones Je puedo yo remitir. Mi situación no es para servir, ni atender a nada: si me res– tableciese estaré pronto para cuanto quiera mandarme. Deseo que usted se conserve bueno, y crea que es su verdadero amigo, Balcarce. P. D.- La adj unta de nuestro Guido Ja acabo de recibir.
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