La expedición libertadora
146 Curimón, 10 de Abril de 1819. (389) Señor don José de San Martín. Mi amado amigo: Van los escuadrones de Granaderos a caballo, dejando sobre sesenta plazas entre enfermos, y una partida que hacía tiempo mantenían a la parte del sur, y no he podido se haga regresar por más que he invitado al gobierno sobre el particular. Si viene la orden para que regrzse ejecutivamente el resto del ejército, y no me manda mulas hasta aquí, será imposible que tenga efecto, sin un atraso muy considerable. He dicho a usted la oposición que hay a que el ejército repase la cordillera y por consiguiente no han de dispensar medio alguno para entorpecer el movimiento, dando tiempo a que vengan las nieves, que ya no hay día seguro para que aparezcan. Necochea va prevenido de esforzar sus marchas cuanto sea posible, y calcula que cuando más tardará cuatro días en ponerse en Uspallata. Devuelvo las comunicaciones de nuestro Bdgrano, de que dirigí copia a Guido inmediatamente, advirtiéndole las pasase a O'Higgins. En mi vida he visto campaña más lenta que la que se sigue contra las montoneras, hace una porción de meses q ue se está operando en ella, y hasta ahora no aparece un movimiento de im– portancia. Siempre van caminando nuestras fuerzas con dirección al punto céntrico de los enemigos, y nunca llega el día en que al– cancen a atacarlo. Nada sabernos de la escuadra, lo que nos tiene con bastante cuidado. Si su éxito no es feliz y tenernos que permanecer aquí en inanición, será para todo el ejército lo más violento que pueda imaginarse. Mi salud sigue reparándose muy lentamente, y estoy hacien– do el mayor sacrificio en no atender exclusivamente a su restable– cimiento: me será imposible pasar prontamente la cordillera, si es necesario, porque estoy en un estado de debilidad extraordi– nario.
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