La expedición libertadora

194 (429) Excelentísimo señor Capitán General don José de San Martín. Excelentísimo señor: Luego que recibí ayer mañana la comunicación de V. E. de 28 de julio próximo pasado con la copia del oficio al Director Su– premo de este Estado, pasé en persona a entregar a S. E. el pliego que V. E. me incluía, y a conferenciar sobre su contenido, con la viveza que exige la situación presente de nuestros negocios. Una casualidad proporcionó la presencia del Vicealmirante Lord Co– chrane, con cuya ocasión el Director Supremo le explicó el pro– yecto de V. E. y pidió su opinión acerca de la dirección de la es– cuadra de Chile al Río de la Plata, para destruir la expedición de España. Lord Cochrane, sin embargo de haber escuchado algunas re– flexiones mías en apoyo del pensamiento de V. E., opinó decisi– vamente por la negativa, protestando responder con su cabeza de la destrucción de la fuerza naval de España destinada al Pa– cífico; sostuvo que el único plan para salvar el país era incendiar inmediatamente la escuadra de Lima anclada en el Callao, y dis– ponerse a ejecutar lo mismo, auxiliado de cehetes, con los buques de guerra que se esperan de España, de cuya operación se encar– gaba S. S. y cuyo éxito lo miraba cierto, divirtiendo entretanto a Pezuela con alguna corta fuerza sobre las costas del Perú; y ob– servó la probabilidad de que la expedición de tropas para el Río de la Plata refrescase en el Río Janeiro, en cuyo caso la escua– dra de Chile cruzaría por mucho tiempo sin objeto fuera del Pací– fico, y que abandonado éste aprovecharía Pezuela el momento de traer la guerra a Chile con fuerzas resptables. A las reflexiones antecedentes opuse la hipotesis de w1 con– traste en la escuadra de Chile, como era presumible por la notable superioridad de los enemigos, y desenvolví las consecuencias nece– sarias contra la seguridad de América si triunfaba la fuerza marí– tima española; pero Lord Cochrane entregado a una confianza poco menos que temeraria, no se apartó durante la sesión de los principios que había sentado, y el Director Supremo pidió tiempo para resolver. Después que Lord Cochrane sostuvo de un modo decidido la

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