La expedición libertadora

214 toridades y personas distinguidas por su adhesión al orden y al go– bierno. La revolución sucedida en Tucumán ha puesto a los per– turbadores en mayor animosidad, ya cuentan con este apoyo más, y juzgo con fundamento que sería en vano alejar algunos de los principales corifeos; Ja enfermedad es ya muy general, y cada día se extiende su contagio. Parece, excelentísimo señor, que después de haberme tomado la libertad de pintar a V.E. aun menos que Jo que concibo el estado del país tan triste para nosotros como favorable al enemigo común que nos observa y que todo lo sabe por los españoles y antipatriotas, debería ser un consiguiente in– dicar. por si tenía algún Jugar en las medidas que adoptará V.E., el remedio que podría aplicarse; más con dolor confieso franca· mente a V. E. que no lo encuentro, ni después de detenidas me– ditaciones con presencia de todos Jos objetos llega siquiera a al– canzarlo. Yo veo una conspiración de todas las provincias contra el gobierno que ellos mismos han constituído; ninguno se acuerda que existen españoles con quienes pelear, ninguno piensa en fran· quear la parte más rica de nuestro territorio que ocupan éstos; su principal atención y única es substraerse de la autoridad central y pensar como han de sostenerse los que ya se han elevado contra cualesquiera fuerza que se destine para hacerlos entrar en su de– ber. aun cuando para ello sea preciso que el país se desole: todo es nada para ellos con tal que logren su intento. ¿Y en circunstan– cias tan desagradables qué remedio podrá aplicarse con provecho? El de la suavidad y prudencia, ya está apurado y sus efectos han si– do formar más insolentes; el de la fuerza, no juzgo fa haya para tanto conspirador, y aun cuando la hubiera todo es perder y acabar de arruinar estos desgraciados territorios: ellos proclaman una federación que no entienden y que confunden con la anarquía; y digno de Jos mayores males el concedérsela por razones que es– tán bien a la vista, pero mayor me parece el negarlo cuando no se puede sostener lo contrario. No crea V .E. por un instante que este último pensamiento esté de conformidad con mi opinión, pues no sólo la comparación que hago entre estos dos extremos me de– cide por él; pero sí crea V. E. que aun cuando realmente así fuese constituido yo a obedecer por carrera, por honor y por deber sa– crificaría gustoso y a todo riesgo mi opinión particular por llenar las órdenes supremas. Tampoco es mi intención equivocar Ja fe– deración con el desórden y toda clase de excesos que se cometen por los que no llevan otro objeto y robar como Jo son en la ac· tualidad Jos llamados montoneros que contra quienes voy a po– nerme en marcha según las órdenes de V. E., ésto es bien dife-

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