La expedición libertadora
10 gos, esperándose para más adelante la decisión del asunto en cuestión. De más serias consecuencias debía aún considerarse en mi opinión la introducción de granos de este país en los puertos de Lima, en razón del alto precio a que han subido en aquella capital, de las privaciones que causa su carestía en la clase con– sumidora y del clamor general que excita la miseria contra los n1andatarios españoles, siempre ventajoso a nuestros grandes in– tereses políticos. Sobre este asunto reflexioné al Director Supremo con el em– peño de inclinar su ánimo a que absolutamente se prohibiese la 1::xtracción de trigos para Lima; de acuerdo con la opinión que V. E. me manifestó, cuando confidencialmente tuve el honor de wmunicarle las proposiciones del comisionado de Pezuela, Olha– barriague y Blanco, pero reproduciéndome el Director Supremo por una parte la imposibilidad de evitar el contrabando por medio de los buques balleneros en la dilatada costa del reino, especialmente desocupada la provincia de Concepción, y por otra las angustias en que se halla Chile para soportar los gastos de la escuadra y ejército de tierra, en circunstancias de haberse estancado los ingresos en la tesorería por falta de concurren– cia de cargamentos extranjeros a los pueblos del ieino, y de haberse aplicado los cortos fondos al pago de los buques y úti– les comprados para la marina, hube de concebir que ya la ne– cesidad no daba treguas y que era forzoso ceder a ella, sacrifi– ~ando lo útil a lo indispensable. Por este principio, el Director Supremo resolvió conceder permisos para la extracción de 3,000 fanegas de trigo para Lima, luego que se abriese el puerto con el recargo de cuatro pesos de derechos por fanega sobre las ordinarias que se han cobrado hasta aquí. Varios buques principian a cargar y es de calcularse que antes de dos meses habrán ya zarpado las expediciones con el completo del número de fanegas permitido. Resta aún nuevo motivo para que continúe la ruinosa comu– nicación de este reino con los puertos enemigos del Virreinato de Lima, si el Supremo Gobierno de Chile no los declara en es– ta.do de bloqueo y los bloquee efectivamente. Los comerciantes mgleses que descargaron en Chile sus efectos y los conservaban almacenados, pretenden reembarcarlos con la idea de mejorar de mercado en Lima y expenderlos bajo la protección de la fragata de guerra de Su Majestad británica, la Andromaca, a este efecto ya está en franquía el bergantín Libonie con el cargamento de
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