La expedición libertadora

227 OFICIO DEL ENVIADO CHILENO EN BUENOS AIRES DON MIGUEL ZA!itARTU, AL MINISTRO DE GOBIERNO Y RELACIO– NES DE CHILE SOBRE EL ESTADO POLITICO DE BUENOS AIRES. (455) Buenos Aires. 4 de abril de 1820. Señor don Joaquín Echeverría. Mi querido amigo: Tengo a la vista la apreciable de usted en que, suponiendo con equivocación, corno causa de la guerra de estas provincias la tirantez con que Buenos Aires se sostiene en sus principios, me pregunta discreta y humildemente: ¿no podrá aflojar algo en sus pretensiones? Ojalá no hubiese aflojado tani:o, que no sería hoy el ludibrio de los demás pueblos! Yo quisiera trasladar a este punto esas almas revolucionarias que jamás se conforman con el orden. Ellas se saciarían de desastres, trastornos de fortu– na, humillaciones, aflicciones y envilecimientos. Ya no tiene usted aquí un soldado veterano. Se disolvieron todos los cuerpos, y con justicia, porque andaban buscando a quien venderse, y los ambi– ciosos que gustan de una silla, aunque sea de espinas, hallaban en ellos el mejor apoyo. Hoy todo se hace con cívicos; pero, ¿qué se hace? dirá usted: nada más que el servicio de guarnición. La campaña está a discreción de todos, corno bienes mostrencos. El que tiene cien hombres dispone de ella; así es que Rarnírez, sin mayor número, se ha hecho firme, comiendo a costa de estos in– felices pusilánimes. Ahora ha salido el General Soler, pero sólo lleva miras hostiles contra Alvear y Carrera. Echen ustedes. por Dios, el ejército fuera para que viva a costa de otro país, si aquí con mejores recursos no se puede pagar un batallón, ¿cómo el pobre Chile, sostendrá ejército y escuadra? No hay cosa que más exaspere a los hombres que quitarles lo que tienen. Si el gobierno los desnuda, se unirán en su ruina los des– contentos. Sobre esto sí que digo a usted que es preciso aflojar. He visto una carta de Guido a Rondeau, en que le anuncia nue-

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