La expedición libertadora

228 vos empréstitos. No sean ustedes demasiado condescendientes, que los señores argentinos deben saber que por estos países no se usa la plata, y sobre todo, la expedición no ha de llevar los aprestos del ejército de Jerjes. Si somos pobres, es preciso que todo se haga pobremente. En mi juicio, la expedición debía ser pequeña y contra Guayaquil: pequeña, porque siempre es preci– so dejar defensa contra las tentativas de Carrera, porque de este modo será más exequible, sin hostilizar demasiado esos pobres pueblos (cuando yo veo aquí que estos señores no quieren dar al gobierno n i dos reales para el alumbrado, me acuerdo con dolor de lo que se hace en Chile), y porque no encontrarán mayor re– sistencia, y al mismo tiempo más auxilio de dinero en Guayaquil como en Cuenca; si quieren ir a vivir en esos países a costa de Chile, también es una crueldad que se pagará cara. ¡Qué resulta– rá si dejan al Petú! Puede bajar Ramírez: éste sería un bien tan– to para estos países, porque se unirían. cuanto para Chile porque se libertaría de que estos trozos de ejército que andan disemi– nados por las provincias, se unan contra Chile, estimulados por Carrera. Yo suplico a usted Jo refleccione serenamente con los a– migos. Yo no puedo mov:rme para ese país, como lo deseo, porque me han hecho el corralito muy estrecho por tierra, y por mar no hay buque pronto, y ya viene la estación diabólica para el Cabo. Mañana me voy a la Colonia, donde espero respuesta de este pro– pio. Ojalá sea usted de mis ideas, que descubro al Director! Por lo que respecta aquí, aseguro el r esultado. Y por allí tampocO' debe haber embarazo; antes, al contrario, yo creo será un golpe de dignidad que d~jará suspensos a los que aquí se rien de las providencias que pueda tomar Chile, contando con el respeto que debe infundirle el ejército de los Andes, que ocupa el país. Pero los señores porteños del ejército harían un disparate si tomasen Ja providencia como punto de honor, porque aquí no cuentan con tal ejército, y si vienen, los hacen a todos cívicos, porque ni el gobierno tiene qué pagarles ni los vecinos quieren darle un medio. Mi amigo: no sé lo que escribo a usted. porque estoy con do_– lor de cabeza. Adiós! Su servidor apasionado. Miguel Zañartú.

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