La expedición libertadora

238 convincentes que lo confirmen. Hay tranquilidad en todo el país y no debe esperarse que se trastorne. Cuídese usted mucho de los ahogos; y en cuanto se lo permitan y la cordillera lo facilite, véngase usted inmediatamente que es absolutamente preciso y a mí me vendrá muy bien para ver si logro salir de aquí. Deseo no tenga novedad mi señora doña Remedios, a cuyas órdenes me pongo, repitiéndose de usted por su constante y verdadero amigo. Ea/caree. -0- (460) Santiago, 26 de agosto de 1818. Señor don José de San Martín. Mi amado amigo: Me ha sido sumamente sensible que a los quebrantos de su salud, se agregase la incomodidad de las comunicaciones recibi– das de Buenos Aires, que me acompañó usted en su carta de 16 del actual. Todos tuvimos que abismarnos al imponernos del pa– so que contenían, cuando estábamos sin el más mínimo antece· dente, sobre la discordia que se daba por tan adelantada. Por la situación en que se puso el asunto, apareció el autor, y motivos que dieron impulso a la queja, los que fueron tan ridículos e in– fundados, que generalmente quedamos persuadidos en que no se había consultado lo que aparecía, sino algún otro designio muy diverso. Crea usted por lo más seguro, que nadie ha transcendi· do la tal discusión, que no se ha dado para ella el menor motivo, y que se h a guardado siempre y que se guarda la mayor unión y armonía. Todo ha quedado transado, sin que haya que recelar al– gún nuevo resultado sensible. Van abiertas mis comunicaciones para los demás amigos a fin de que se imponga usted de ellas, y les dé luego el pronto curso que tanto recomiendan. La contesta· ción del cuerpo en aquel, se encomendó al amigo O'Higgins, y creo que está en un todo conforme con la mía que es según lo

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