La expedición libertadora

248 (467) Mi amado amigo: Nacimiento, 11 de febrero de 1819. La muy reservada de usted de 27 del anterior que condujo el capitán Rivera, está en mi poder. Veo, me dice V. S. en ella, que me incluye en copia algunos documentos y también el últi– mo plan que se pasaba al gobierno, de lo cual nada ha venido: sin duda quedó olvidado al tiempo de cerrar la carta. Estoy bien convencido de que hay una necesicfad de que de– jemos el país, tanto por 'la imposibilidad que tiene de mantener– nos, como porque cada día se ha de hacer más pesado el gasto que originen en una fuerza que ya no necesitan; pero si no em– prendemos para donde busquemos recursos con que ahora no contamos, considero sumamente difícil que en nuestras provincias no podremos conservar y además perderemos a la partida una parte de muy notable del ejército. Este se compone en una tercera parte cuando menos de hijos del país, que saldrían contentos por mar, contando con que regresarían; pero si se trata de cruzar la cordiliera, ha de ser para los más muy violento ejecutarlo. Si no hay más recurso, es preciso tener paciencia aunque de ninguna otra parte se puede adelantar con más ventaja que de aquí, su– poniendo tenga la escuadra el feliz éxito que le espera. Mi campaña ha concluído enteramente, en términos que ja– más pude prometerme. El que llegó ha andado remolineando entre los indios ocho días, a ver si nos encendía la guerra con ellos; pero al fin conse– guí le ... lo poco que le había quedado y ha saivado de que me lo traigan milagrosamente. El estado en que va, es el más angustioso que puede pintarse. Creo se detendrá en Tucapel a respirar algu– nos días con más tranquilidad y p1·oporcionarme víveres de Val– divia y caballerías, porque de otro modo va muy próximamente expuesto a perecer. Yo marcharé de aquí dentro de un par de días. Los que han quedado entre los indios, que son muchos, los influyen a que nos hagan la guerra, y estoy trabajando para evita rlo. Tengo de mi parte la mayor de los caciques; pero no faltan otros que nos in– quietan; con sus correrías repasando de noche el río Bío-Bío. Es– to estaba remediado con sólo las milicias del país; pero no hay un solo hombre con qué contar y parece que se escogen los muy

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx