La expedición libertadora

252 quedado dispersos por la cordillera y bosques; pero todos los pue– blos quedan con fuerza bastante para exterminarlos en caso que apremiasen. Zapata no ha vuelto a sentirse después de la inva– sión que hizo sobre San Carlos: se sabrá que existía con diez fu_ sileros por las serranías de aquella circunferencia y a mi tránsito quedó una partida de cuarenta granaderos para perseguirlos has– ta concluir o dispersarlos. Veo 'la nueva tormenta que se ha levantado con la montone– ra, la que sin duda es la más tremenda que nos podía acontecer. Quiera Dios que usted tenga la suerte de disiparla, para que con– temos con alguna seguridad de que ya tenemos poco que temer de los españoles. Nada hay por más de particular. Vuelva usted cuanto antes con felicidad como 'lo desea su invariable amigo. Balcarce . -0-- (471) Curimón, 8 de marzo de 1819. Señor don José de San Martín. Mi amado amigo: Estoy en este acantonamiento, donde nada dispensaré para mantenerme reunido, aunque miro muy difícil que ésto se consi– ga por mucho tiempo, considerando que en el país no faltarán grandes novedades y que tendré repetidas instancias para contri– buir en remedio con los auxilios del ejército, a que será indispen– sable prestarse, pendiendo su subsistencia de los recursos que se me suministren. Acaba de suceder, que un movimiento sedicioso del batallón número 2 ha llenado de consternación a Valparaíso, donde aquella tropa saqueó algunas tiendas de extranjeros, con muerte de varios de los mismos. El gobierno ha pedido que aquel cuerpo sea relevado por uno de los de este ejército, y yo no me he atrevido a verificarlo, disculpándome con que las novedades de esa campaña, y los anuncios de la expedición de Europa, exi– gen que me mantenga por a hora con los cuerpos reconcentrados,

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx