La expedición libertadora

254 No tenga usted duda de que ésto queda provisoriamente ex– puesto a perderse si se evacúa enteramente por nuestras tropas. No sé lo que sobre este punto habrán decidido últimamente los amigos en la capital. De nuestros cuerpos, ningún jefe quedará contento, y cuando se deje a alguno por precisión, entramos en el incoveniente de que el mando general de las armas no hay a quien encomendado, y por consiguiente, todo se va a volver un desgreño y confusión. Es preciso contar con que si dejamos al– gunos de nuestros batallones, vamos a llevar una baja muy con– siderable, porque a ninguno le falta cuarenta o más enfermos, que absolutamente no podrán marchar. Recluta no se consiguió nin– guna, por más instancias que he hecho, y la deserción ordinaria no ha faltado; de modo que aun arrastrando con el todo, iremos notablemente disminuídos. Pensar en llevar cuerpos de Chile creo que es delirio, pues el regimiento directoria!, que era el único con que contaban, ha tenido en estos últimos días cerca de doscientos desertores, porque se divulgó que debía marchar al sur. Yo no en– cuentro otra medida que tomar; exigía gran número de reclutas, armamentos y fornituras para nosotros reemplazar en ésa los cuer– pos que aun quedan. Aunque he pedido a la Capital siete piezas como correspon– dientes a los Andes, con la miserable dotación de doscientos tiros para cada una, estoy persuadido de que no vendrá el completo de nada, porque no hay en la maestranza con qué facilitarlo. Cuanto había aquí ha concluído, e irá todo lo demás que me sea posible conseguir. Escalada y Alvarado tienen la orden para sacar de allí los cuerpos completamente equipados, y he pedido al gobierno se les facilite cuanto necesita, pero creo que poco o nada se ha de alcanzar. Voy a despachar a todo trance los cuerpos que aquí se en– cuentran, aunque hasta ahora me faltan víveres y mulas; avisaré el día que precisamente emprendan su marcha, que conceptúo no podrá tardar cuatro días, a excepción de los cazadores a caballo, que no sé todavía cómo los he de mover, porque las mulas con que contaba para ellos las necesitan los cuerpos de infantería. No espere usted haya más de lo ya remitido, y las municiones que espero, porque absolutamente nada me franquearán. El úni– co medio de poder llevar mucho, es dejando alguna fuerza, y pi– diendo en su lugar todo lo que interese. Se hallan generalmente en la mayor consternación con la ida del ejército, y no repararían en nada con tal de que se les deje alguna parte; es tal la conmo– ción que ha causado el viaje, que he entendido van a emigrar para

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