La expedición libertadora

256 la Cordillera es muy esencial vengan mulas de silla y carga, por– que siempre andaremos aquí escasos de esos artículos, sin recur– sos para remediar este ma1; pues consiste principalmente en la oposición que hay al regreso, y por consiguiente no se pierde me– dio para que se frustre. Los cuerpos del sud han venido con una baja notabilísima, y es preciso contar con que la vamos a tener considerablemente mayor al emprender el movimiento para esa parte. Alvarado ha perdido toda su música a su tránsito por las inmediaciones de Santiago, donde se protege descaradamente a a cuantos quieren quedarse. En las ú1timas comunicaciones que tengo de la Capital, se me asegura, se avisaba a usted por extraordinario, se había resuelto la expedición al Perú y según la fuerza que se designa, son indis– pensables cuatro batallones de infantería del Estado con el com– pleto de 720 plazas cada uno. Yo escribo a nuestro Guido para que inste a que se preparen ganando instantes, y a que se hagan los acopios de víveres que son precisos. Todo lo demás se podrá alla– nar en breve tiempo, con arreglo a Jo que usted dispusiese. Las novedades del sur parecen que se han apaciguado, pues nada se habla de ellas hace muchos días. Tengo entendido, que ios que allí quedaron se encuentran poco menos que enteramente disueltos, pues hay batallones que apenas cuentan con ciento y tantas plazas. Esto es consiguiente a Ja dirección que tienen, y a que se quiere que se mantengan de la providencia. No sabemos palabra del éxito de Ja escuadra. La falta de sus comunicaciones nos debe persuadir que no consiguió sobre el Ca– liao ninguna ventaja de consecuencia. Los planes ulteriores, creo que no pueden decidirse, sin contar con una completa seguridad de nuestra parte sobre el Pacífico. Si no se repasa Ja Cordillera, considero convendrá, que los batallones números 11 y 1~ de cazadores pasen a acantonarse a Quillota, donde pueden ser completados, y estar en proximidad al punto de embarco, si se efectúa. Los de negros podrán ir a la ca– pital, donde creo habrá más proporción para darles algún aumen– to. La caballería podrá quedar un cuerpo en Santa Rosa, y el otro en San Felipe, de donde se sacará oportunamente Jo que haya de llevarse a la expedición. La artillería me parece que también de– be ir a la Capital, y que en caso de necesidad podrá completarse con ella nuestros batallones de infantería, después de poner super– abundantemente dotadas las piezas que hayan de marchar. No haga usted caso de las instancias de mi mujer sobre mi regreso, porque es plegaria de todos los casados. No deja de te-

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