La expedición libertadora

265 Excusado será deciros las noticias que aquí se tienen sobre el Río de la Plata y Perú cuanto sois testigo presencial y si es cier... to lo que se dice por papeles extranjeros de que La Serna ha en• tracio en pactos con Belgrano, será un efecto de que habrá cono– cido la impotencia de este gobierno y la degradación que es el estar sometido a él, más si así no fuese ya no dejará de suceder como consecuencia precisa de las ideas que se van reuniendo de ese ejér– cito y de su crítica situación abandonado de una metrópoli que por fuerza tiene que dejarlo entregado a su suerte. Mina, siguiendo el impulso de sus buenas ideas, ha adopta– do una patria en Nueva España donde desembarcó en bote de la marina seguido de una porción de valientes de muchos puntos de. Europa, y del partido del país, ha obtenido triunfos sobre los opresores y seguía su marcha a la capital, este proyecto es muy meditado y tiene fuertes apoyos en los Estados Unidos, y ahora más que nunca tienen los sucesos políticos de aquella parte un aspecto imponente. En costa firme corona la victoria por todas partes los esfuer– zos heroicos de aquellos habitantes contra la opresión, que no dejarán de combatir mientras exista el último: el bárbaro Morillo después de dejar indefensos todos los puntos que estaban a su cargo, unió las fuerzas a la expedición de Cantenac y con el todo fué a atacar la pequeña isla Margarita cuya empresa tuvo que abandonar con una pérdida enorme, con el agregado de haberse aprovechado los independientes de este absurdo para ocupar mien– tras sus tentativas en Margarita los puntos más importantes del continente, y entre otros la Guayana cuya importancia es incal– culable y de cuyas resultas estaban reducidos los realistas a la Guayra y Puerto Cabello. El brigadier escocés Mac Gregor ha ocupado con otra expe– dición formada en los Estados Unidos la isla de Amelia como punto previo a dirigirse contra San Agustín en la Florida Orien– tal cuya pérdida temen mucho los realistas atento a su estado indefenso. En la guerra marítima tienen los republicanos el mismo as– cendente que en la terrestre, pues sus innumerables corsarios tienen en la agonía a estos arteros que están pagando la necia manía de someter a los hombres libres; en fin, ya parece que los sucesos han fijado la opinión de que es inevitable la emancipa– ción de ese hermoso país; su opresor está tan despreciable como

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