La expedición libertadora
270 la guarnición de esta capital, y con violencia se les hizo jurar las banderas, lo que resistieron en cuanto estuvo a su alcance. Estos infelices de casta indios, nacidos en la opresión y supersticiosos por carácter, no abandonan el sitio, sino que siempre vivos o muertos lo ocupan; pero este heroico valor que debe llenarnos de gloria para nuestras futuras disposiciones que se halla por aho– ra contrastado con su impericia. Sin embargo también este ba– tallón es el segundo en el orden del plan ofensivo y deben opo– nérsele las tropas de igual clase en el plan defensivo, teniéndose presente por lo que convenga que a él se han agregado 100 y más prisioneros nuestros de los que existían en Casas-matas; desde la clase de sargento para abajo van resueltos a pasarse y son de to– da confianza. (29) El regimiento de Arequipa es compuesto todo de aldea– nos, separados de su casa con la promesa de que iban al puerto de Arica por tres meses a su guarnición; y de éstos los más son prisioneros de la batalla de Wiluma y otras. Puestos allí, como se iban desertando en gran número se les transportó a la isla, don– de permanecieron por tres meses poco más o menos. y éste es el único tiempo que han tenido de disciplina reglada. Fueron em– barcados precipitadamente, y en el Callao han continuado su dis– ciplina como mes y medio. Todos ellos trataban de la deserción, representaron por escrito el engaño con que se les había traído, pero con falsas esperanzas se les contuvo hasta el momento de hacerse a la vela la expedición. Esta gente es· por carácter senci– lla, obra maquinalmente y por costumbre de obedecer, no tiene sistema y lleva las armas por cualquiera que los mande. El te– rror debe emplearse con estos y de hacérseles conceOir que no les queda otro arbitrio para volver a su país que el de la deserción., Aman mucho a su familia y por ella arrastrarán los mayores pe– ligros que no arrastrarían por el dinero ni por otro incentivo al– guno. Es el tercero en el orden este regimiento. En él confina el visir porque los vió botarse al agua en las lanchas gritando, viva el rey, cuando los de Burgos y del Infante se presentaban melan– cólicos y taciturnos, manifestando en sus semblantes la repugnan– cia con que se conducían a los buques. Así deben ser batidos por tropas que estén prevenidas a romper por allí la línea de arma blanca. Me parece que en el momento mismo de ser asaltados con ardimento, prontitud y viveza abandonan el campo. Puede ser errado mi concepto y por eso debe servir de apoyo a una discreta confianza sino antes de mayor estímulo para pelear con mucha resolución y firmeza. En este regimiento van dos cadetes también
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