La expedición libertadora

278 traición y con quienes se debe tener mucho cuidado. La mayor par– te del país es patriota y hay sujetos de mucha confianza de quienes está instruído B., pueden ocuparse según la ocasión lo exija con las precauciones correspondientes. El intendente señor Juan Lavalle es un limeño sin carácter, que ha sido patriota y ha renegado; ha opri– mido demasiado a esos habitantes con extraordinarias y repetidas contribuciones de manera que tascan el freno reventando. Este jefe puede entrar en una revolución formándole planes de prosperidad; mas luego que contribuya a ella es preciso darle otro destino; por– que hará Jo mismo con los enemigos. La guarnición es menor de 150 hombres, no hay fusiles ni mucho menos cañones. sino dos o tres mal montados. La provincia de Puno es toda adicta a nuestro sistema, sus pueblos sencillos de indios y dispuestos al primer movimiento. No tienen armas en su capital y su guarnición es pequeña. Aquí hay un sujeto de toda confianza y talento de quien dará razón B. El intendente Zárate es un americano mestizo intrigante y puede ganarse con promesas. La provincia del Cuzco es la más poderosa en gente buena, sus pueblos son adictos, se hallan muy oprimidos y deseosísimos de una revolución. La capital es populosa y con las mismas dis– posiciones. La nobleza sospechosa. Su guarnición es de 300 hom– bres al mando de su presidente interino don Pío Tristán, su ar– mamento será de 500 fusiles y algunas piezas de artillería. La provincia de Guamanga tiene también la misma adhesión y está continuamente en fermento: no rompe por falta de auxi– lio y es gente fuerte y de confianza. La nobleza mala, Ja guarnición de 100 hombres, armamento ninguno. Huancavelica es de indios decididos para nuestro sistema. No tiene guarnición ni puede hacer resistencia alguna. ( 12?) Todas estas provincias han dado pruebas de su buena dispo– sición en la insurrección de Pumacahua y Angulo, porque levan– tando éstos el estandarte de la libertad en el Cuzco, como un fue– go eléctrico se extendió el entusiasmo en todo el Perú, y por una especie de encantamiento vimos ocupado todo su ámbito. Si estos jefes hubiesen tenido algún talento, fuera ya libre este virreinato. Si ellos sólos sin gente levantada, sin combinación ni disciplina, sin objeto político ni militar pusieron en tanta consternación a esta capital de Lima que si vencen a los mil hombres de Ramírez vienen hasta acá a pie enjuto. ¿Cómo no se alarmaron estos pue-

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