La expedición libertadora
279 blos viendo a su frente una división de dos mil hombres aguerri– dos? Las demás provincias de la costa de abajo deben considerarse como ocupadas de manadas de carneros. Los pueblos son idiotas y no tienen sistema ni han discurrido jamás en esta actual situa– ción, viven para comer y a un grito doblan la rodilla. No tienen guarnición alguna ni armas ni aun escopetas para cazar. Con 500 hombres se ocupan todas esas provincias. CAPITULO IV De cuán útil un desembarco en estas inmediaciones y del feliz resultado que d·ebemos esperar. Cuando yo juzgaba que nuestro estado tenía más fuerzas que por tierra y sólo podría llevar la guerra por el Alto Perú, había combinado con los amigos el plan siguiente. Que una fuerza de 2000 hombres con 4 o 5000 fusiles de re– puesto desembarcasen en uno de estos puertos intermedios que no fuese el de Arica por la dificultad de su desembarco y por la resistencia que opone su castillo dominante. (13~) Desembarcada esta división, en el momento mismo que marche una columna so– bre Arequipa, la tome de sorpresa. descanse allí seis ú ocho días lo más para reclutar gente y remitirla al punto de desembarco. Que en Arequipa quede una guarnición de 200 hombres y el resto con otros 600 más que deben esperar en punto determinado de las cercanías del Cuzco, acometan a esta capital sin pérdida de momentos. De los pueblos del tránsito se va reclutando gente toda bien dispuesta y especialmente los desertores del ejército del rey y juramentados de Salta y remitiéndose este nuevo auxilio al pun– to del desembarco para ser armados. Ocupado el Cuzco queda allí una guarnición de 600 hombres compuesta de la tercera parte de nuestras tropas y las dos restantes de los patriotas que se ofrez– can a tomar las armas, pues de estos hay infinitos que siguieron a Angulo y no ven el momento de insurreccionarse. De allí mismo se destacan 300 hombres para Huamanga, que pueden ir levan– tando gente y con ella armada permanecer en este punto. Todo esto debía hacerse en el término perentorio de dos meses. En este estado ya la división desembarcada habría puesto su fuerza en el pie de 4000 hombres con los cuales podía batir al ejército real por la retaguardia, combinando la acción con nuestro ejército
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