La expedición libertadora
288 instruirse. En Lima se preparaban las tres fragatas C1eopatra, Presiden. ta y Resolución, según dicen para reforzar el bloqueo de Valpa– raíso, y aun parece que salió la primera. La Venganza y la Sebas. tiana que se hallaban en el crucero estánse carenando. La guarnición de Arica, que está ya incorporada al ejército de reserva tiene al presente cerca de trescientos hombres de fusil, con una partida de artillería a cargo de cuatro cañones de a 12, otros tantos de a 8, que están en las baterías y dos de a 4 de ba– talla. No obstante todo esto, lo abierto de la costa abre puerta franca para un desembarco, que cómodamente puede hacerse por la caleta del Morro de Sama, distante del valle de este nombre cuatro a seis leguas, y dicho valle del de Tacna nueve, el que dista de Arica catorce. Por este conducto, sin duda el más seguro, puede entrar en el Pe1ú un cuerpo de tropa, que si fuese de tres mil hombres, con dos o tres mil fusiles de repuesto, y se situase inmediatamen. te en Oruro, o más bien en el Desaguadero, concluiría la guerra con sólo presentarse, pues los pueblos del Perú ansiosos siempre de sacudir el yugo, y abrumados al presente con el robo de los mandones apetecen un sólo respaldo para concluir con la tiranía y declararse en masa por la independencia. A este fin la puerta está franca por la costa de Arica, y presenta el camino más corto y quizá más cómodo para internarse en el interior del Perú. Más nada se podría hacer a punto fijo sin una previa comu– nicación directa en Chile con el que escribe, y para que ella pue– da entablarse se ha comprado la fragata Paula sacrificando más de cinco mil pesos con sólo el objeto de que si entretanto se es– tablecen las comunicaciones fuese apresada por alguno de los cor– sarios de Chile o Buenos Aires, se deje conducir el sobrecargo de ella para dar razón al gobierno de Chile de esta disposición y por– menores intimados. Pero el principal plan que tal vez puede adap– tarse por su mayor seguridad y porque facilita la comunicación continua, es que dando el gobierno órdenes reservadas a los cor– sarios de que dejen a los barcos huaneros de la costa de Arica (con lo que en nada se perjudica por ser unos buques miserables) quede por consiguiente segura la navegación de la Paula; y así el gobierno de Chile podrá cómodamente mandar las veces que quiera una embarcación con los pliegos que se deberán entregar al sobrecargo de la Paula, buscando a ésta desde el pabellón de
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