La expedición libertadora
296 a la vela en el acto para verificar el desembarco en Lancón, inme– diatamente al día siguiente se tomará Lima sin resistencia, o a po– ca costa, porque se la encontrará con 2000 o 3000 hombres, y lo que es más con poca tropa de caballería. Entretanto camina la tro– pa hacia Lima, se cuidará de bloquear el puerto del Callao, y figu– rar allí un desembarco por Bocanegra. De esta suerte el resultado es segurísimo. Nota.- Conviene mucho que en Chile no se nombre para na– da, ni se tome en boca a los sujetos que consideran patriotas en Lima, pues estas conversaciones llegan a noticia del gobierno de Lima y son perseguidos de muerte. Don N. Elm, prisionero que fué en Chile, ha perjudicado aquí a muchos por haber oído decir en Chile que estas personas eran patriotas. Trajo una lista que se dice presentó al virrey. Advertencias.- Los cuatro mil hombres que se dice puede po– ner el virrey, además de los cinco mil a que puede llegar su ejérci– to, son compuestos de los negros esclavos de los hacendados, capi– taneados por sus caporales y por consiguiente incapaces de poder hacer nada de provecho. Estos mismos grupos servirán para in– fundir Ja confusión en las tropas del virrey. El número de cuatro mil será, si acaso se les da lugar a que los comandantes de Ja costa de Pisco hasta Chancay puedan reunir los negros que tienen ma– triculados para este caso. Todos estos negros están totalmente in– disciplinados, y ni saben el manejo de la lanza o palo con que de– ben ofender. Además, tienen adhesión a los patriotas, de quienes esperan la libertad. Todo el daño que tiene que esperar el ejército de la patria al desembarcar, es que los comandantes retiren los ga– nados. El mariscal de campo don Manuel González, llamado gene– ral en jefe del ejército del sur, tiene su cuartel general (que así llama este fatuo) en Pisco. Su ejército se compone de él, dos hijos, un secretario (porteño, don N. Arriaga), uno o dos oficiales, y la fuerza total llega a treinta hombres. ¿Puede darse cosa más ri– dícula? A estos treinta hombres deben agregarse las milicias de Chincha, Pisco y Cañete, que para reunir mil doscientos hombres sin disciplina alguna ellos ni sus jefes y oficiales sería necesario darles tiempo de ocho días. La agregación de ochocientos o mil es– clavos compondría un grupo de dos mil bárbaros cobardes! Pero es necesario advertir que entre los hacendados hay patriotas y que éstos están lejos de contribuir con sus esclavos, harán por el con– trario que se oculten. Muchos oficiales de esas milicias son decidi– dos patriotas y solamente esperan la ocasión para reunirse con las
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