La expedición libertadora

300 TRES INFORMES DE PATRIOTAS PERUANOS A SAN MARTIN SOBRE LA SITUACION DEL VIRREINATO Y PLANES DE GUERRA MAS ACONSEJABLES CONTRA EL VIRREY DEL PERU. A (484) A propuesta de Blanco por un papel anónimo apoyado por la junta de arbitrios, resolvió la junta general de tribunales que se franquease la libertad de comercio por dos años con el Río Janeiro e Ingiaterra. con el derecho de 30 por ciento y con Chile por dos meses, con el objeto de extraer los trigos, sebos, etc. Se opuso el consulado y celebró junta en la tarde del mismo día (24 de julio). En ella se disputó muy acaloradamente por Blanco y Arismendi a favor de la iibertad de corr.ercio, pero todos fue– ron opuestos: protestaron mandar al rey dos diputados, bajo la protección del ex virrey Abascal, para quejarse de esta innova– ción ruinosa a los intereses del comercio español. Ofrecieron con– tribuir medio millón de pesos pagaderos en cinco meses con tal que derogue la libertad de comercio. Se habló por los mismos co– merciantes españoles con mucha vehemencia contra la conducta del virrey en este negocio tanto que suponían interés personal en él. Contradijeron la introducción de trigos de las dos fragatas in– glesas americanas venidas de Valparaiso, diciendo ser un mono– polio. Contestó Blanco que era negociación de él y que no tenía para qué ocultarlo. Que el trigo le costaba puesto en Lima a ocho pesos fanega. Esto dió lugar a discusiones agrias entre los co– merciantes (todos unidos) y Blanco con Arismendi. Pidieron a– quéllos que el trigo se compre a Blanco a razón de ocho pesos y que la utilidad sea para el rey, y rio para el monopolista. En este estado han quedado las cosas hasta hoy (25 de julio). Se cree que el gobierno admita en un todo las propuestas del con– sulado y deshaga la acta de comercio libre, si acaso no quiere de– jar de existir, pues los comerciantes españoles están sumamente en– carnizados, y siempre se han de oponer a toda libertad de comer– cio. Blasfeman contra los ingleses como sus mayores enemigos, y si estos han creído asequibles las propuestas de comercio entre ellos y las colonias españolas, esto es, los países sujetos al rey de España; se han engañado de medio a medio: porque jamás los españoles residentes en América, ni los de la península consenti– rán en perder su comercio exclusivo; llegando a tanto su arrojo

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