La expedición libertadora
307 Estados Unidos del Norte de la América, y no es dado a la pre– visión humana pronosticar si sucederá otro tanto viceversa. Esta es Ja cuestión que debieron examinar los periodistas revolucio– narios; mas ellos se han ocupado en copiar principios abstractos de los libros de algunos filósofos que no pueden acomodarse a la práctica sin tantear la civilización del pueblo a que han de aplicarse para suministrarle la dosis que pueda digerir . La indo– lencia o mala fe han llegado a tal punto, que se ha escrito siem– pre lo que se lec y jamás lo que se piensa. c El ejército del Perú asciende a 7000 hombres poco más o menos, a saber, 2000 infantes bien armados, equipados y discipli– nados, compuesto de españoles e indios: los últimos, se dice que son muy valientes. A ésto puede agregarse un cuerpo de granade– ros, 600 artilleros, 600 de caballería y 800 o 900 cívicos o concor– clianos, compuestos de los vecinos, negociantes, abogados y mer– caderes: estos últimos sostendrán tal vez una descarga. El resto, consiste principalmente de mulatos y negros, imperfectamente ar– mados y clisciplinaclos: los más de ellos echarán a correr a !a pr i– mera desca rga . En suma, la mitad del ejército es desafecto, y las tres cuartas partes no tienen disciplina. Las tropas se llaman aquí de las ciudades y pueblos distantes. Sobre el río Rímac, en Ja parte del puente, hacia los cerros y el mar. se ha hecho última– mente un atrincheramiento. Cinco mil hombres de buenas tropas, propiamente escogidas y mandadas, ayudadas con la cooperación de la escuadra aseguran a Vms. la posesión de la capital del Perú, con tal que vengan antes que se reciban nuevos refuerzos. Si la escuadra ele Chile est{1 bien tripulada y mandada, ella sola pue– de, sin el ejército, tomar o clestmir todas las fuerzas marítimas y posesionarse del Callao. Se hará todo esfuerzo para priva r a Vms. de sus recursos, buques y a rmas, por medio de negociacio– nes particulares y de mediación pública; siendo superfluas las de– más precauciones, porque muchos de Jos hijos del país desean una mudanza. A excepción de Ja Cantón, y de una corbeta de gue– rra, que salieron ahora pocos días convoyando unos barcos mer– cantiles que iban a Pisco, y otra corbctita de guerra destinada a comboyar la flota de Panamá, que debe llegar muy pronto, todos los buques de guerra están en el puerto. Consisten de dos fraga– tas de cuarenta y cuatro, dos corbetas de guerra y bergantín. Se
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