La expedición libertadora
315 lo la que surte más por mayor de municiones de boca; Cuzco, Paz, Arequipa etc., etc., también contribuyen. Los arrieros con– ductores vienen sin custodia alguna; pero es de creer que no su– ceda así en lo sucesivo, porque el comandante Lira se está engro– sando considerablemente en la primera provincia y a corta dis– tancia del camino principal. A Ja novena.- El ejército r eal jamás ha padecido de falta de numerario que en el día. Las provincias no envían hoy contin– gentes completos. y de las cantidades que remiten no se invierten en total en el ejército, porque Serna está atesorando y llenando las cajas de Potosí asegurando algunos, que es con el objeto de contentar su ejército en el caso de ganar Ja patria Ja acción de Chile; de todos modos esta conducta tiene descontento al ejército. Este alcanzará en el día cinco meses de haber, y se aumenta el crédito en proporción creciente, porque Serna paga el ejército con 30.000 pesos mensuales cuando su presupuesto asciende a 200.000 pesos . A la décima.- Entre Jos oficiales y tropas europeas hay al– gunos que conocen Ja justicia de nuestra causa, pero en general son egoístas y rutineros. A mi entender no hay hoy día america– no que si no es patriota (por falta de luces) a lo menos no cono:z– ca la intención en los europeos, su ambición desmedida y su ge– nio dominador y orgulloso; por esta razón se conocen en Améri– ca tres partidos o contendores, patriotas, realistas y patriotas ver– gonzantes; esta última clase en mi concepto es la más baja y de– gradada, pero nuestros enemigos labran nuestra libertad, porque les han hecho dar el primer paso para que sean sus enemigos; to– dos Jos hombres-pensadores no se detienen en decir, que al fin conseguiremos nuestro noble objeto y los imbélices y acérrimos confiesan o se lamentan de que la guerra debe prolongarse aun mucho. A la undécima.- No hay pueblo en la América del sw· que no respire independencia; cuando el ejército real se retiró a las provincias de arriba, se creía con fundamento, que las provin– cias estarían sublevadas, protegidas por el señor coronel Madrid, y esta idea tuvo consternado al ejército durante su marcha hasta el momento en que se abrió la comunicación. Aunque no hay du– da que existen muchos infames americanos enemigos de nuestra causa; estos son aquellos que por sus delitos temen justamente la venganza de Ja patria: el número de los buenos es de conside-
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