La expedición libertadora

332 nuestro sistema entre la gente media de ese pueblo que es tan ma– terial y conocidamente novelero. Realizada la formación de este cuerpo y puesto en marcha con la expedición, deberá ocupar la vanguardia del ejército: descubrir la entrada menos expuesta a la ciudad en caso de resistencia, ade– lanta mucho nuestro triunfo; y facilitar embarazos de pronta eje– cución, evita mayores descalabros en la masa del ejército. Dichas operaciones no podrían hacerse acertadamente por otros que no sean estos individuos, por los vastos conocimientos que tienen so– bre aquel suelo de su nacimiento. Campados sobre las goteras de esa capital, se remitirán dos o tres de los más decididos en nuestra causa, y de mejor expedi– ción, para que anuncien a sus parientes y amigos, de que tanto abunda esta casta, que el batallón que tienen a la vista es sola– mente de íimeños, y que adviertan al resto de esa vecindad el error en que los sostiene imbuídos y alucinados aquella infernal tiranía, aclarándoles la gran felicidad que les aguarda por nuestro con– ducto: debe entenderse que dichos enviados se introducen a la ciudad en clase de pasados. Con este necesarísimo paso se consi– guen dos ventajas conocidas, y casi de evidente favorable éxito: la primera, la desconfianza y acobardamiento entre los enemigos, ha– llándose desamparados de los que contaban por suyos para de– fenderse, la segunda, la multitud de nuevos amigos, que en des– engaño de las falsas ideas oue les maquinaba la perfidia, puestos en decisión de voluntad y opinión a nuestro favor, cuando menos correrían presurosos a nuestras filas aumentando nuestras fuerzas con su unión. Considérese igualmente cuan ventajosa es la plantificación de este cuerpo comprendido en la forma citada, pues de él resul– ta, que formando ellos solos dichos batallones, visiblemente de– muestran que van voluntarios; lo que no sucederá caminando in– corporados en otros cuerpos, porque así se creerá que son forzados. La idea de la materia prepara un delicioso y dilatado campo, hasta hacer ver la grande obra que descubre su admisión; pero se ha limitado a los puntos más esenciales, de los que se deducen in– finitos y todos los más favorables, cumpliendo por este medio con 'la obligación en que por tantos y tan poderosos títulos se hayan

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