La expedición libertadora
341 NOTICIAS RECIBIDAS EN EL CUARTEL GENERAL EN SANTIA– GO DE GUAYAQUIL Y DE LIMA (490) Guayaquil, 21 de enero de 1819. El virrey mandó aquí a la fragata Cleopatra con pertrechos y artillería para la fortificación de esta plaza. A nuestro ingeniero Ugarte se ha agregado un coronel del cuerpo que vino en el mismo buque, de forma que el primero ha quedado de segundo. Consi– dere usted un momento como estará esto con la orden franca de S. E. para gastar todo lo que sea necesario en fortificaciones. Más de 70.000 pesos que habían en caja, se hallan ya en . . . y la entrada de uñas que se ha pegado Mendiburu amenaza hasta los vasos sagrados. Todo se vuelve tropas, nueva táctica, etc., etc. El comercio formó cuatro lanchas cañoneras que están muy buenas, a las cuales se les ha puesto un obus giratorio a popa, y un cañón de 24 a proa, de manera que están respetables. Se trata de levantar dos fortalezas, una por el Estero y otra en Punta Gor– da a fin de ponernos invulnerables, porque si no estamos vendidos. Sin embargo, temo mucho que nuestro jefe no nos sepa defender en un lance. Este es por ahora el estado de las cosas, y se dice que por Santa Fe han sufrido reveses las armas del rey. Todo proyecto mercantíl por mar es muy riesgoso, pues los corsarios no han perdonado ni perdonan buque alguno chico ni grande. Ahora pocos días, se soplaron un pailebot parecido al Dfa– mante, cargado con ropas y alquitranes. Se trata de imponer por el gobierno un 5 por ciento sobre los capitales de cada uno, y este paso con otros mil que dan van exas– perando a todos. Hoy se hallan cargando para España tres fragatas. cuatro para el Callao, el navío Piedad para Acapulco, y otros menores para Pa– namá, San Bias, etc. Por supuesto cada uno lleva en proporción sus cañones y la más gente posible, no obstante de tener experien– cia que con unos y otros se los llevan. Guayaquil, 6 de febrero. El 1? del corriente zarpó de Puna un convoy de doce buques mercantes que se van a conservar unidos hasta afuera del Muerto y de allí tomar cada uno su derrotero, pues los corsarios no aban– donan esta costa tomando a cuantos buques pueden. El Diamante,
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