La expedición libertadora
353 ner en su poder esta parte de su conquista, pero son unos conejos según expresión del padre Isla. Los del país apetecen la revolución. El pormenor se dará en otra oportunidad; 4? Favoritos: su sobrino político; el teniente asesor del gobier– no, don Fernando Torre; el fiscal Pareja, el fiscal Bedoya, el inqui– sidor Abarca, el clérigo don Matías Maestro, don Antonio Alvarez del Villar, Blanco, el que fué de parlamentario a Santiago de Chile. Oficiales de opinión: Lamar, Monet, Landázuri, Fulgencio Zevallos, el subinspector de artillería don Manuel Llano, el brigadier de inge– nieros Olaguer Feliú, don Agustín Otennín, don Ramón Rodil, el marqués de Casares y el de Valleumbroso. El único que puede cau– sarle celos es el subinspector Lamar por ser americano, e ilustrado y amado en el país: 5? El poderío del virrey es igual en todos los pueblos y provin– cias. Está reducido a los auxilios pecuniarios del territorio de la in– tendencia de Lima y en especial a la capital que dice hallarse virgen. En cuanto a víveres esperan de Cañete, de Trujillo y demás valles inmediatos, bien que la introducción ha de ser dificultosa por falta de mulas. Se sabe que en el buque Ind.iano se remitieron cien mil pesos a Sánchez embarcados recientemente en Huarmey; 6? El pueblo americano desease la conclusión de esta lucha. Los perdidos están abatidos con su estado, el miserable lamen– ta su escasez y estos lamentos eran mayores Juego que el con– sulado declare su quiebra que se asegura se verificará el 1? del que entra, desde cuya fecha no paga intereses a nadie. Los ra– mos de subsistencia van encareciendo de día en día. El emplea– do aun goza de su sueldo íntegro con sólo la deducción de paga de soldados, y en las demás clases se nota un deseo recíproco de sacar provecho de la escasez y miseria individual; 7? Sobre este punto se hablará en otra ocasión además de lo que se dice en las contestaciones que con más extensión se acom– paña; 8? Las fuerzas actuales del Callao se han declarado impoten– tes para toda expedición contra la escuadra bloqueadora, así lo ma– nifiesta el parapeto o atrincheramiento que han fonnado con ca– denas y palizadas sobre boyas delante de los buques anclados en el interior de la bahía que nos persuadimos sea con el objeto de im– pedir el efecto de los brulotes que pudieran introducirse, pero a pesar de todo esto no debe reposar el lord Cochrane porque los pí– caros aguaitan los descuidos para dar un golpe de mano con sus fuerzas sutiles. El capitán del pailebot Aranzazu don Juan Agustín
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