La expedición libertadora
355 Anteayer se celebró junta de corporaciones para tratar de impo– ner nuevas pensiones y acerca del comercio libre con los ingleses. Todo comerciante español es enemigo implacable no solamente del comercio inglés, sino también son enemigos lo más terribles de todo particular inglés. Por consiguiente se ha negado el co– mercio con éstos a pesar de los muchos esfuerzos de Pezuela, Blan– co y Abadía, y no sería extraño que si llegas-e a venir algún otro buque inglés con efectos, tomen estos comerciantes españoles el partido de asesinar a todo inglés, tal es el odio que les tienen. Ya no se oye en sus bocas sino blasfemias contra ellos: les llaman ju– díos, ladrones, enemigos, etc. Esperan que su rey Fernando quitará de aquí a los contrabandistas, y se aliará con la Rusia, Francia y demás potencias para aniquilar a los ingleses. Estos deben desen– gañarse de que jamás la España les ha de franquear su comercio con la América. Sin embargo de todo esto es necesario tener mucho cuidado con el capitán de la Andromaca, pues éste es un decidido enemigo de América, y como lo que quiere es dinero, no se detendrá en influir que vengan otros buques con efectos, y hacer el contrabando autorizado con Pezuela, a quien le pagan el tanto por ciento para que proteja este giro. El gobierno de Chile está vendido con éste y otros malvados que no son otra cosa que unos espías. También cuenta Pezuela con los servicos de Renovales que asegura está tra– bajando secretamente para dar un buen golpe a favor de España. Abramos los ojos y no hay que fiarse de los españoles aunque sean enemigos de Fernando. Pezuela ha remitido millones a Inglaterra para asegurar lo mucho que ha robado al Perú y está dando la úl– tima mano a su obra. En la junta referida propuso al arzobispo por sugestión del infante Caspe, que se echase una contribución de un millón de pesos al vecindario de esta ciudad, esto es a la clase que llaman pudiente. Peroró S. S. l. diciendo que era causa de religión; que ya en Chile no se celebraba ei santo sacrificio ele la misa. que se avergonzaban de ir a los templos: que ya no había religión en Buenos Aires y Chile: que era incompatible la religión con el gobierno republicano: que no podía conservarse la fe con el trato de fos herejes ingleses: que se hiciese por el virrey una clasifi– cación de las personas de caudal dividiendo en tres partes: la prime– ra que contribuyese cada una con 10.000 pesos, la segunda con 5000 y la tercera con 2500 hasta completar el millón. Pezuela dijo que no era bastante, que necesitaba tres o cuatro millones, pero que él se encargaba de la colectación de este millón, para lo que se re– servaba nombrar cuatro sujetos que hiciesen la clasificación y que
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