La expedición libertadora
358 ha apoderado de sus principales habitantes. Debiendo ser el núme– ro de contribuyentes 350 e ignorándose aun quienes sean, cada uno teme sobre sí una suerte tan funesta. Más no crea V. E. que este terror provenga de a1gún apego a sus intereses, o de falta de patriotismo y de celo por la sagrada causa del rey. Ideas tan mezquinas y degradantes son ajenas de unos contribuyentes voluntarios desde el año de 1808 en que el im– perio español fué invadido por el perfidado Napoleón y de los ha– bitantes de una ciudad constantemente fiel por más de tres centu– rias. La escasez en que se hallan de numerario, y la violencia de la exacción son los únicos principios de donde pende su temor. La ocupación por la fuerza armada de las casas de don Martín Ozam– bela y de don Juan Ruiz Dávila por no haber enterado en el reai consulado su respectivo cupón, ha aumentado más y más su ante– rior consternación. Por todas partes se oye el lamento y confusión. como si la ciudad estuviese amenazada de una invasión hostil, en tales circunstancias no cumpliría el procurador con su ministerio si lleno de una reprensible apatía no hiciera presente a V. E. el cla– mor de sus concuidadanos para que se sirva elevarlos al superior gobierno implorando su remedio. Es un principio económico, político, que cuantas menos fuer– zas se empleen en una operación tanto más ú til o interesante al gobierno. El nuestro deseaba un millón de pesos para acudir a las actuales necesidades del Estado. El real consulado ofreció en tres mesadas 300.000 pesos y 100.000 de deuda atrasada según el proyec– to de la junta permanente: 250.000 producían los efectos extran– jeros. El registro de Panamá daba 50.000: el retorno de Jos efectos destinados en esa ciudad 200.000 y 50.000 Jos panaderos. Reunidos ascendían a un millón sesenta mil pesos. De los 510.000 pesos ofrecidos por el real consulado, 200.000 eran para el 8 del próximo marzo, y con ellos se socorrían las tro– pas existentes en el reino de Chile v se pagaban las nuestras. Los 310.000 restantes debían entregarse por mesadas, interín se co– lecta el producto de efectos extranjeros. Los 250.000 del registro y retomo, y se percibía gran parte de los 50.000 de los panaderos. Eran muy pocos los obstáculos que impedían el ingreso de ese mi– llón sesenta mil pesos en cajas reales. Así se necesitaba muy poca fuerza para tan interesante operación. No así por medio de la con– tribución forzada de 150 nombres y de ellos 50 a 10.000 y el resto de ellos a 5000 pesos. Si nos halláramos en Londres o Filadelfia, o disfrutase esta ciudad de su antigua opulencia, sería muy sencillo,
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