La expedición libertadora
366 hasta cien tantos más de costo primitivo, de manera que lo que los ingleses han comprado con el valor de un peso, Jo han vendido por cien pesos a los productores mismos; y en los tnieques o caro· bios han procurado siempre guardar el dinero, atraer el dinero y feriar toda mercancía. Todavía han procurado más: ha ido obligan– do el gobieno inglés con mucha maña a todos sus súbditos a que se contenten con los frutos nacionales finos o toscos y que con ellos satisfagan sus deseos, placeres y fausto. Hay más y más: yo no he podido conducir por Francia una baraja fabricada en Barcelona, de valor de real y medio, destinada al entrenamiento de mi familia en el tránsito; ni he podido acompañarme de dos cubierto de pla– ta en Inglaterra por ser manufactura española, y el mismo que ha tenido que sufrir el contraste de esas leyes respetables sobre nues– tras costumbres sencillas, ha estado en el puerto del Callao por co· misión de esta junta, ha visto veinte buques extranjeros reciente– mente llegados, los géneros que nos han introducido clandestina– mente los que tienen existentes y la feria privilegiada que hacen de ellos, no sólo por mayor sino también al menudeo. Hay más v más y más: yo he sido convocado para buscar dinero para la real hacienda y he observado y he sabido que el que pudiera habernos redimido pronto se halla en dos buques de guerra ingleses nom– brados Andromaca y Blocson, y estos buques no han abierto re· gistro para extraer ilícitamente nuestro dinero, nuestra sangre mercantil y política, o sea nuestra quietud pública. ¡Si se creerá que yo sólo vengo a ser un vil denunciador de nues– tro descuido, o conveniencia subalterna! Fuera de nosotros una idea tan baja, si la Andromaca y la Blocson lo necesitasen pediría para ellas un salvoconducto con que llevasen el dinero que tienen a bordo y que ningún extranjero pueda embarcarse sin registrarle el cuerpo para impedir la continuación de los males que nos causan. Pido que los efectos existentes se introduzcan adeudando los derechos que corresponda y que se les permita a los buques extranjeros introduc– tores que extraigan sus valores en frutos. Y pido se entienda u ob– serve por la junta que "comercio libre y ruina absoluta nuestra son dos cosas contiguas, unidas e inseparables". El comercio libre nada ha de traernos de lo que buscamos y necesitamos, ha de arrebatar. nos y llevarnos lo que nos es más preciso, con que en lugar de comer-
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