La expedición libertadora

367 cio libre discurramos otra cosa más útil y menos violenta. en ésta discurramos en ampliar el comercio español o del Perú cuanto fuese posible. La comunicación de los extranjeros cual se mira en nuestros puertos y radas del mar Pacífico, es no sólo contraria a los tra– tados y a nuestras leyes, sino también digna de reparación celosa, activa. imponente y muy severa. "y o he visto, exami– nado y experimentado bastante para poder decirlo, y no ignoro algunas disposiciones de unidad y prudencia, pero no de abati– miento e ignominia, expedidas por nuestro gabinete. Desde el mes de abril hasta el mes de octubre último, y desde octubre hasta hoy, aun reservándome otro tiempo, y otros sitios he pre– senciado en la Habana, Portobelo, Panamá, Costa de Paita y del Callao, varios sucesos que me autorizan a declarar y firmar que estamos vendidos con los extranjeros, no sólo en nuestro comercio, sino en nuestra seguridad y quietud pública; y que aun por ser nosotros españoles generosos no les minoremos la hospitali– dad concedida en Jos tratados, como ellos nos Ja minoran, debe– mos suplicar al superior gobierno que por ningún título permita a los extranjeros traspasar los límites. Esto puede hacerse de varios modos, que hoy no descubro por no ser molesto y porque deseo concluir esta exposición reduciendo a cuatro puntos de vis– ta todo su contenido. Sea el primero que tenemos recursos para acudir a las nece– sidades que nos ha manifestado y algunas otras que se servirá manifestar si el tiempo le estrechase a ello. Sea el segundo que no se debe tratar de ningún género de amplitud a las comuni– caciones extranjeras mientras hubiese proporción de hacer úti– les todas las ampliaciones imaginables a favor de cualesquiera de individuos españoles. Sea el terecero prohibir y mezquinar la extracción de nuestro numerario y pastas de plata y oro, casti– gando pronta, pública y cruelmente a quien contravenga a sus providencias. Y sea el cuarto, abreviando términos e ideas el celar y precaver nuestros riesgos y ruina verdadera que tene– mos enclavada en los buques extranjeros que navegan de Río Janeiro a Buenos Aires. Chile, el Callao, y demás puertos nues-

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