La expedición libertadora
375 bal, Ceballos y otros muchos empleados que han robado bien. 9~ No se sabe si los pudientes tratan de ocultar su dinero ni donde; pero es natural que así Jo hagan. No hay buque alguno en las costas que se sepa esté cargando. Sólo en Guayaquil, Panamá o Payta puede haberlos. 10~ Las relaciones de Pezuela son las dichas en el número 4~. Secretas no se le conocen; pues no es amigo de mujeres. Sus vi– cios no son bien conocidos; pues tiene un alma fría, es muy re– servado y callado, creo que por estupidez. La ambición de man· dar, de honores y de dinero es lo que se le conoce a cien leguas. Es muy mísero o. . . y mucho más la mujer. 11~ El clero y las órdenes r eligiosas son en su mayor parte adictas a la independencia, bien que hay entre ellos muchos fa– náticos inquisitoriales, y que aun creen que las leyes han baja· do del cielo. Las monjas son cero: las mujeres en general son muy inclinadas al sistema y desean la venida de San Martín, lo único que temen nuestras señoras es el desenfreno de las tropas, de este pueblo y de la negrada. Los resortes para mover a todos estos en– tes son las armas del ejército libertador; no hay otros. La opinión y conducta del arzobispo es la más contraria al sistema y lo ha sido siempre por que S. E. l. es muy bestia. Su provisor es cero: su secretario, que es el Deán don Manuel Arias, es americano muy adicto a la independencia, pero vividor teatino, y quién sabe que más. En el cabildo eclesiástico hay dos patriotas muy sabios y de probidad y opinión, que son el Deán don Francisco Echagüe, chi– leno, y don Toribio Rodríguez chachapoyano. El arcediano don Ignacio Mier es americano de talento y de sagacidad; pero es muy adulador del virrey y tiene bastante ascendiente con la virreina. El canónigo don Pedro Fernández de Córdoba, que es de talento, es el más enemigo de la independencia. Todos los demás canóni· gos son cero. El cabildo secular apenas tiene sujetos que pueden llamarse patriotas; sabios, ninguno. Los menos malos son don Antonio Ugarte, don Agustín de la Torre, el conde de Villar de Fuente, el marqués de Casarrosa, americanos. Los más sarrace– nos y pícaros son don Antonio Elizalde, don Joaquin Cobo, cha· petones; y don Juan Bautista Lavalle, limeño, que está de inten– dente de Arequipa y ha cometido allí extorsiones terribles. El asesor del cabildo D. Manuel Pérez de Tudela es patriota de muy buenas luces y talento, aunque tímido. El rector de la universidad don José Cavero y Salazar es muy patriota, aunque vividor y adu– lete, y bastante hábil. Entre los 60 abogados que habrá en Lima poco más o menos, apenas 10 serán contrarios al sistema; todos
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