La expedición libertadora

394 enemigos. La Prueba, sorprendida con la vista de la línea, que forma· ban los buques bloqueadores, echó un bote por el Chorrillo con un oficial y un capellán, a tomar lenguas. El oficial fué remitido por el virrey al comandante d~ marina al Callao, para que se ins– truyesen recíprocamente y acordasen sobre los medios de salvar la fragata, mas entretanto, remitió el virrey con una canoa de un pescador, un pliego al comandante de éste, dándole noticia del estado del puerto, y ordenándole se dirigiese a Pisco en donde en– contraría los refuerzos necesarios, y podría aguardar al navío por si acaso pareciese aún. A los dos o tres días de ésto, se oyeron por Chorrillos y Chilca más de cien cañonazos, lo que hizo 'temer que hubiese sido encontrado y tomado por lord Cochrane, cuyos re· celos se confirmaron con no parecer en Pisco, adonde se le había ordenado dirigirse. Al fin, a los quince días llegó expreso de Paita que quedaba allí, cuya dirección había tomado por haber descon· fiado del santo que llevó el pliego del virrey a quien temió que se le pudiese haber forzado a firmar aquel papel, no habiendo vuelto a su bordo el oficial como le había ordenado, porque no pu– do ser despachado precipitadamente del corr.andante de marina, que cabalmente aquella noche se hallaba más ocupado que ninguna pues fué en la que echó lord Cochrane su brulote. En fín, hasta ahora, no se sabe que es de lord Cochrane ni por donde ha tirado, ni qué cañonazos fueron los que se oyeron a los pocos días de su salida, y aunque la Prueba es'tá en Paita, no se cree allí el menor riesgo, pues aquel puerto no tiene la menor defensa, tampoco pue– de entrar al muelle de Guayaquil por su mucha calor, y si se le or· <lena venir acá, puede encontrarse en el camino o en su llegada a los enemigos, pues. no se sabe en donde están. Algunos quieren que se refugie en Panamá; no sabemos cuáles serán las órdenes que le ha mandado el virrey inmediatamente, por la goleta Alcance. Dicha goleta, lleva también cantidad de municiones y pertrechos de guerra para Guayaquil, con destino de socorrer a Quito, y esos puntos que se hallan muy necesitados de estos artículos en las cir-' cunstancias. Dar una idea individual de los acaecimientos y tareas del go– bierno y de la comisión pública, desde el primer bloqueo de lord Cochrane hasta la fecha, sería obra muy larga para escrita, y que exigiría mucho tiempo, mejor humor y más seguridad de lo que puede haber en Lima en estas circunstancias, y a que sólo podría satisfacer un observador curioso y de inteligencia, que hubiese si– do aquí testigo de todo ese período, y que llegado a ésa, pudiese

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