La expedición libertadora

395 recordar y referir con tranquilidad, satisfaciendo la curiosidad de todos. Yo tomé Ja pluma con intención de no pasar del aviso de Güemes, que me pareció de la mayor necesidad e importancia, po– nerla en conocimiento de ese gobierno, y después llegué escribien– do lo que me iba ocurriendo, pero, con una negligencia propia del estado de mi espíritu, y de que se debía dispensarme. Las esperanzas hoy de los patriotas, están reducidas a la próxi· ma venida de la expedición de San Martín en el inmediato noviem– bre o diciembre, y si antes se haya elegido esta estación en Ja que se hace el desembarco a alguna distancia, tendrá el ejército que sufrir todo el rigor del calor en marchas penosísimas por arenale¡: dilatados, ya sea al norte o al sud de esta capital, y además, las di– ficultades y embarazos de los ríos que se sabe, crecen tanto en esta estación. Esperar igualmente una próxima declaración de los ingleses y portugueses por nuestra independencia, sin lo que to– dos nuestros progresos y victorias, son todavía poco sólidas y fir· mes, como hemos ·experimentado hasta aquí, por razones <lema· siado obvias y que no es necesario desenvolver. Hasta los chape– tones están interesados en ponderar Ja gran expedición de España y su próxima venida, ya susurran sin temores de que los ingleses no los dejan salir, o salida que sea, Jos tomen o se valgan de algún otro medio para malograrlo. El odio y furor que hay hoy en los chapetones de esta capital 'contra los ingleses, no puede explicarse bastante. Cuando llegó aquí esta corbeta, se gritaba públicamente en todos los corrillos de las tiendas y cafés, que debían asesinarse y recibirse a puñaladas, negocio de que llegaron a instruirse Jos mismos ingleses, y aun se añadió, que el virrey había recibido muy mal a su capitán, diciéndole que la conducta que tenían, era muy obscura y muy impropia de unos amigos de la nación española, reconviniéndole con que Sherief había dado cincuenta marineros a los Inchimanes, que no habrían podido salir sin este auxilio por el apresamiento de la Isabel, etc.- Estas especies, junto con las que escribió de Panamá, que la corbeta que apresó al gobernador Ore, después de las derrotas de Mac Gregor en Portobelo, inter– ceptó una larga correspondencia y papeles, entre los que venían cartas para Cochrane y para el comodoro de las fuerzas navales in– glesas en estos mares, por todas las que se descubría la combina– ción y cooperación inglesa, en 'todas estas operaciones y manio· bras, lo que obligó al gobernador Ore, a impedir el arribo de bu– ques exhanjeros a las costas del istmo, todo ésto digo junto con el odio y adversión de que siempre han tenido los españoles a to-

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