La expedición libertadora

398 de todo lo que aquí ocurre del gobierno, de sus tropas, entradas, salidas, disposiciones; puntos donde hay fuerzas o no, extensión del sistema en todo el Perú, necesidad de expedición de dos mo– dos o maneras, que Ja esperan todos, y el método de verificarlo en el día. El encargo de este capitán de Ja inspección a quien se ha en· cargado llevar esto, de que sea todo de muy poco bulto, a fin de que no haya riesgo; me hace no duplicárselas a V.E. ni de hacer– lo todo por menor, como pudiera, pues en mi poder así existe todo; más como V.E. lo sabrá, tanto porque V.E. le pedirá al au– ditor la carta, como porque yo le prevengo, es bien la pase a ma– nos de V.E. para que me haga el honor de leerla toda; quedaré dispensado de no haberlas duplicado, y lograré la satisfacción de que también quede orientado de que cumplo en mi destino. Repito a V.E. lo que al caballero auditor, esto es, que estan– do pronto para todo, y teniendo. . . disposición aun para Jo más imposible y sublime; puede V.E. disponer de mí en respuesta de ésta. que la espero muy pronta, esto es, dentro de cuarenta días, contados desde la fecha, hasta cuyo tiempo sólo pienso demorar– me aquí, por informarme a fondo de todo, de suerte que si el entretanto hay proporción de algún buque americano ingfés y en él se me escriba, vendrá y se seguirá lo que dicho en la carta, mas sino se consiguiera, y si sólo en algtin buque nuestro, muy ligero y chico, podía tirar cuatro o seis cañonazos frente de Chorrillos, al mediodía, no habiendo riesgo alguno, lo que me servirá de se– ñal, y después a los cuatro o cinco días debe aparecerse donde dejo apuntado, en otra carta que he escrito al señor almirante por esta misma mano, quien me ha dicho Ja entregó a un oficial de Ja corbeta inglesa, esto es, que tirando dos o cuatro cañonazos en el mismo puerto que me desembarqué cuando vine en Ja goleta, que después de haberme dejado se volvió con todo mi equipaje a la escuadra, hasta hoy, se pase al o'tro día a un puertecito dis– tante de éste cuatro o cinco leguas adonde me apareceré yo o a quien por enfermedad casual determine, y contestados por Jos de mar y tierra con una bandera del color de la que llevó Franco, cuando Ja primera vez en una lancha fué a bordo, se podrá acer– car al puerto sin temor alguno. Mas si no se contesta de tierra, que será quien la demues'tre primero, después de que esté allí to· do el día el buque, por si acaso; pasará al otro día en la mañana al otro puerto que sigue distante de éste corno las mismas leguas, donde se hará en todo lo propio, y así sucesivamente de un día a otro hasta tres o cuatro puertos chicos o grandes que siguen y se

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