La expedición libertadora
405 1. Que no es tiempo ya de remitir proclamas papeles & sino secamente, tropas, cañones y balas, por ser lo que únicamen– te precisa. 2. Que por lo que hace a tropas aunque no sean mas de en número 2, 3 a 4,000 hombres, 4 o 6.000 fusiles y la Escuadr?. pa– ra intimidar con el bloqueo al Callao; es indispensable, que en el día, si es posible, vuelen sin pérdida de un instante. 3. Que remitir dicho número solo, y aun cuando fuc5e la expedición grande, ha de causar a esos Estados muy poco gasto para habilitarla, respecto que desembarcándose donde gu:;ter., y pisando la costa, les ha de sobrar víveres, plata, y todo, aur. para hacer remisión a Chile. 4. Que aún cuando se conjeturase el que en Chile y Buenos Aires no hubiese suficientes tropas para defenderse del enemigo comun por su expedición, contándose que esta fuese muy nume– rosa, aun cuando se temiesen revoluciones en lo interior; y por último que aquel pudiese entrar, o efectivamente tomase ya a Buenos Aires, en fin sea lo que sea de riesgo, por lo mismo debe sacarse cuando menos dicho número para ganar al Perú, que hoy es facil, y tener un asilo seguro, y no un enemigo a la espalda que ayudaría a consumirnos. 5. Que sin vencer al Perú jamás habrá en Buenos Aires y Chile, ni tranquilidad en lo interior, ni sosiego por de fuera, res– pecto de los acometimientos del enemigo comun, ni menos se~ rán reconocidos por independientes de las naciones que conside– ran a los Estados dichos haciendo un solo cuerpo con el Perú y a éste como la -parte mas esencial de él; por lo que han de existir aquellos siempre expuestos a muchos vaivenes y quizá a una rui– na total, mientras que estando el Perú ya libre, no hay que te– mer cosa alguna; y antes sí el ser reconocidos en el acto mismo por independientes, con lo que es concluído todo y para siempre. 6. Por último haré ver que si alguno opina en contra de la remisión pronta de tropas, siquiera en ese pequeño número, se le debe considerar como traidor de la patria, pues gusta que ésta vacile, dando tiempo al enemigo, esto es al Perú, para que arbi– trie y consiga el pertrecharse y armarse con remisión que espera; de modo que cuando expediciones, se ponga ya incontrastable, mientras que hoy existe tan sumamente exahusto de todo; por lo tanto digo que aquel es digno del más severo castigo. Son estos puntos tan árduos como delicados en mi ver; por esto es que, para hablar de ellos desde ahora me he propuesto ser degollado en caso en que me desmande en alguna cosa que no
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