La expedición libertadora

406 sea confonne a mi objeto; esto es el precisar se hagan esfuerzos para libertar al Perú en el día, para beneficio de los dos Estados y de todos, que es el tema de mis pruebas. Voy por descontado a hablar en contra de la opinión de los mas de Buenos Aires, y principalmente de Chile, haciéndomelo ver así la no remisión de tropa alguna a esta América. Confieso ser muy pequeño y por esto de casi nada de alcance, pero que amo infinito a mi patria (3) y acaso, y él, más que nadie, por cuya libertad sin embargo, acalorado como lo he estado siempre, trato de hacer ver sus prue– bas, y elevarlas juntamente a la mayor evidencia. Qué sé yo si acertaré, y si al paso que lo logre, me arrebato con mi genio, al gunas veces fogoso, y prefiero libertades hijas de mi padecer. Si consigo lo primero, aunque no esté hecho con un lenguaje pulido, y con los demás arreos del caso, pues hay allí tantos talentos sublimes que penetren mis ideas, sáquese la alma de lo que quie– ro decir, y estándose en lo absoluto a ello, vístase de orden y fra– ses, para que pueda mostrarse; y si es justo lo que suplico, dénse providencias, prontas para lograrse el efecto. Si sucede lo segun– do; dispénsese a un americano que soñando hallarse ya libre, se cree al frente de esos dos Estados, que sin duda acata como debe, pero que como un honrado ciudadano y celoso de la conservación y total felicidad de su patria, reconviene con alguna fuerza so– bre el envío de tropas para hacer libre al Perú, que es tan nece– sario: a un americano digo, que no piensa en otra cosa más que en ser y llamarse libre como el que lo sea su suelo: y a un ameri– cano por fin que se halla sumamente exasperado por la tardanza; tanto que quisiera en el día conseguir alguna fuerza siquiera de {Sos ponderados soldados de Buenos Aires y Chile para con ellos, yo cual otro nunca bien ponderado general Bollvar (quien se hallará ya con su tropa en Quito sin dejar un solo soldado del Re:v a su espalda que no lo haya degollado); (4) a imitación de él digo, acabar con estos malvados sin que me quedase uno, y juntamen– te con sus pertenencias; pues abusando estos de que no viene ex– pedición se han convertido en más atroces tiranos; por cuya ra– zón, ni hay vida para tolerarlos ni menos para sufrir la inacción de esa no venida, que no hace más de sacrificios sin esperanzas (3) Cuando digo a mi patria, hablo como juzgo debe hablar, tomando como americano que soy, a todos esos Estados por mios. (4) Está tan lleno de miedo este Virrey por los hechos del General Bolfvar que desde que ha sabido que su tropa puede estar en Quito de donde con gra~ f~cilidad y a paso redoblado puede venir, ya ni duerme ni e~ta a gusto, m piensa en otra cosa que en sus destrosos. Públicamente ha dicho, que no hace caso, y se ríe de Chile, de su Escuadra, y de todo Ja de allá; lo que le ha puesto en cuidado es Bolívar y su tropa.

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