La expedición libertadora
407 de fruto alguno en favor, por ser sumamente imposible se mueva nada de aquí sin que haya de allí algún respaldo; según esto no hay aquí mas consuelo ni queda mas de un arbitrio que es la deses– peración en caso que no se disponga, y eso en el mismo día, alguna corta expedición, por estar todos tan comprometidos como ex– puestos a ser víctimas de este Gobierno que al paso de ser dés., pota está tan aborrecido: en fin voy a comenzar mis pruebas. Punto Primero Todos saben y tienen aún muy presente que cuando a princi– pios de este año se presentó aquí la Escuadra, fué remitida úni– camente con las miras, según pareció allá opinarse, de acertar mejor el éxito de la expedición, que en seguida debía ser remitida (y que ojalá hubiera entonces venido, mas ya no tiene remedio,) que para costearla se hicieron ingentes gastos, que se remitieron papeles, proclamas & y comisionados; probándose con todo junto la inmediata venida de la expedición. En efecto, su vista hace alar– mar toda esta América, en términos que es difícil explicarlo. No hay, puede decirse, un solo hombre que no se prepare a ayudar a aquella en su caso. Hasta las mujeres se ensayan para hacerlo del mismo modo, a su vez. Para ahorrar palabras; lo que com– prueba mas este hecho es, lo que por fortuna advirtió experimen– tó y vió el señor Almirante en la primera vez que tocó por víve– res en la costa. Aun sin estar esos pueblos surtidos de los papeles que se habían extendido en la capital solamente, se disponen sus vecinos a hacer ver su natural adhesión, presentando sus servicios. ¡Qué no hacen por manifestarlos! Cedían sus personas y bienes, y dan cuantas bestias son presas, apenas creen que se necesitan; hacen cuanto se les manda y a competencia se exponen, se compro– meten; en fin laboran, operan y ejecutan tanto y de tal manera, que ni por sueños podía otro tanto esperarse; no hay un solo in– dividuo que no ejecute lo mismo, mozos, viejos, blancos, indios, negros todos se hallan de espectadores para lo que determinen; en todos se mira el contento, el júbilo y la satisfacción; en fin en– tre todos surten a la Escuadra de cuantos víveres necesita: de azu– cares y aún de cantidad crecida de plata, para lo que ellos mis1 mos se apersonan, buscan e inquieren el modo de que no se escape lo que pasaba por allí, y que se llevó con su empeño dicha Escua– dra. Tanto y tan raro como inesperado fué esto que forzó al señor Alrr.irante a confesarlo así en los partes que, a su regreso a Val– paraíso, pasó a ese Estado de Chile, y que en diferentes papeles allí se dieron a luz, con todo lo que está sumamente comprobada, y
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