La expedición libertadora

418 y aun cuando le gane en Ja pocesión ventajosa, como el éxito de la victoria consiste siempre o las mas veces de Ja suerte, pues es– tamos muy repletos de muchísimos ejemplares que a cada paso suceden; esto es que con dos o tres mil hombres suelen vencerse a seis u ocho mil; pendiendo esto también, muchas veces, de mi– llón y medio de accidentes que no es posible que en el momento el hombre tenga presente; por todo esto junto digo, debe consul– tar aquel como Ja cosa primera, tener una retirada segura, que al paso de ser bien reunido y auxiliado para Ja vida y de mas con su tropa, lo sea también para crear nuevas fuerzas; rehacerse y marchar nuevamente al enemigo y rehacer Jo perdido. Tal es esto y tan trillado que creeré no haya alguno que no lo haga ni menos que no Jo apruebe. En su virtud pues, y debiendo considerarse como indispensable, ser un solo campo o continente aquellos es– tados con ejército ¿a quién no se le ha de ocurrir ser sumamente preciso tener el Perú por suyo para que sirva de asilo en algún desgraciado accidente? ¿No es de hecho que si por algún suceso inesperado se tomase el enemigo a Buenos Ayres, se había de re– plegar nuestro resto de ejército a Chile? ¿Y por qué? ¿No es por ser este nuestro aliado, y uno los dos con este estado? ¿No es de hecho también que por defender ambos una misma causa había de dar todo socorro y aun el mas mínimo auxilio? Pues si esto es así; ¿no es un precioso consuelo tener ese gran arbitrio? Aho– ra bien y si verdaderamente pudiera suceder aquella desgracia, por algún raro accidente, como al principio lo he dicho, por lo que debía de haber esa retirada; ¿no es verdad que quedábamos a dos fuegos, estando esto por e! Rey y que entonces nos acaba– rián? ¿Y no es verdad también que si por el contrario fuese esto es; si estuviese esto por nosotros, sucedería una alternativa dia– metralmente opuesta, pues sacaríamos de ambos estados cuantas fuerzas nos pareciesen bastantes, de tanta e infinita proporción que aquí hay y con ellas haríamos huir al enemigo? Si es verdad que esto puede haber sucedido, como que aun puede suceder, por no haber nada positivo en contra, y antes si que estamos en su– mo riesgo ¿cómo es que se hallan estos estados tan sumamente dormidos contentándose únicamente con solo creerlo y no dispo– nerlo, ni menos hacer remisión alguna de tropa para hacerse del Perú? ¿Qué se espera? ¿A que esté esto en estado acaso de ser imposible vencerlo, según Jos grandes refuerzos, pues en cuatro, seis u ocho meses se aguardan, y aun cuando no se esperen debían de suponerse? Si por fortuna hay una Escuadra hoy en Chile tan respetable; ¿porque no se hace uso de esta, en comboyar y hacer un Mundo con la expedición grande o el otro número medio? Por

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