La expedición libertadora
31 pitales, víveres de toda especie que puede dar el país, suficientes buques de guerra, pero no los transportes necesarios. En este con– cepto es indispe,nsable aumentar las tropas y proporcionalmente todos los aprestos que se estimen precisos a realizar la expedición. ¿Pero cómo entrar en una obra que pide ingentes erogaciones cuan– do absolutamente no tenemos dinero? Supóngase que para adqui– rirlo nada se dispensa y que se realizan los últimos arbitrios, aun así nada conseguiríamos y quedaría siempre un inmenso vacío que no alcanzan a llenar los conatos, ni la sangre misma de todos los chilenos. Aún las fuerzas con que contamos hoy están al borde de desaparecer por falta de numerario. Una ligera ojeada sobre los fondos del país demostrará la terrible verdad de esta aserción. Reducidos Jos ingresos de Chile a poco más de un millón anual de pesos producto de Ja amonedación y de su limitado tráfico mer– cante, era necesario arruinar a todo capitalista para ocurrir a los dispendios enormes de una guerra de seis años, cuya duración ha– biendo presentado épocas favorables a nuestros enemigos, también les dió la aptitud de cebar a Ja vez su voraz rapacidad en las casi arruinadas fortunas de todos los chilenos, de una guerra que ha te– nido separado de la dependencia de la metrópoli la mitad del te– rritorio nacional; que ha causado la ruina de provincias enteras, excitando espantosas y repetidas emigraciones, alimentándose a costa del país mismo respecto de ambas partidas beligerantes, y que ha arruinado el comercio, la agricultura y minería; de una guerra en fin, para cuyo fomento el numerario del país ha pasado rápidamente a manos del extranjero por medio del comercio libre, arbitrio por ahora destructor de nuestras fortunas, pero también el único que podía darnos los elementos para crear y mantener nues– tros ejércitos y escuadra. De todo ha derivado la parálisis que in– felizmente se observa en la circulación, el estado de quiebra y nu– lidad a que se ven reducidos los fondos públicos, y la casi impo– tencia del Gobierno para repararlo. V.E. mismo ha cooperado con esta autoridad a tocar los extremos de la economía. Se ha bajado al ejército y a todo empleado político y civil el tercio de su paga mensual. Se ha suspendido pagar por seis meses la deuda atrasada del ejército y la de todos los acreedores al fisco. Se han tentado mil otros recursos, pero nada de esto es suficiente a hacer aparecer el metálico de que realmente carecemos. Los fondos de la casa de la moneda en una total ruína: empeñados los ingresos de aduana por cerca de un año, agotadas las demás tesorerías, han desaparecido de contado los mejores canales que alimentaban el erario público. En esta actitud y en la necesidad absoluta de realizar Ja expedición
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx