La expedición libertadora
449 pues, muy mal la parábola del pródigo del evangelio. Tú sí que has practicado con tu carta la de aquel mal hombre, que arrojó cizaña en el campo que había sembrado el padre de familia; y si no haces algo por la causa santa de la libertad, te sucederá también lo que a las vírgenes necias, que no teniendo aceite para encender la lámpara y recibir al esposo, se quedaron puerta afuera. Ni abrazo paternal, ni placer en su familia puede esperar el que es llamado, a morir por la espalda, o a expirar en la mazmorra de casas matas, o en el tablero de la inquisición. Jamás creas a tu enemigo, me dice el ecles1ástico; si se mostrase man– so y compasivo, guárdate de él: tiene la miel en sus labios, y en su corazón pone acechanzas para derribarte en el hoyo: tiene las lágrimas en sus ojos, mas si halla la ocasión no se hartará de sangre (1). Te muestras muy disgustado porque la República de Chile se dignó nombrarme canónigo de Concepción y capellán mayor de su escuadra; trajes, dices, que ha conservado del legítimo gobier– no, de que ha adornado a otros muchos, y de que los ha despojado con burla y aun con desesperación, cuando ha juzgado ya que son inútiles sus esfuerzos· Aquí has descubierto la secreta envidia, que impulsó tu pluma. Sientes no tener lo que yo disfruto, y haces lo que la zorra de la fábula, que no pudiendo alcanzar a unas uvas en sazón, fingía despreciarlas, porque estaban en agraz. Pero, si con el privilegiado mérito de haber nacido en España, de haber mandado a ella el dinero de tus feligreses, y de haber adulado en el púlpito, y en la imprenta a los déspotas de acá y de allá, no te han presentado para una media ración, es porque así paga Femando el ingrato: si, opositor sempiterno de canongias, aun no te han postulado, es porque el cabildo vene– rable de la corte del Perú sólo quiere en sus s illas varones que se Je parezcan, y no llama a los adoradores del monte Parnaso, sino a los de Sion. Pasando por la impropiedad o profanación con que llamas trajes las canongías y capellanías: y que, según manifiestas, que rrias no hubiese conservado Chile estos oficios eclesiásticos, sino que hubiese inventado otros nuevos ¿cómo has tenido la avilantez de asegurar que se ha adornado a otros como a nú, y se les ha despojado después con burla? Sabes, mal que te pese, que a aque– llos títulos superiores a mi corto mérito, agrego ahora el de te– niente vicario castrense del ejército libertador del Perú. Ya entien. des lo que ésto significa: explícalo al visir de Lima, para que ( 1) Eccleslast., 12.
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