La expedición libertadora

450 reciba tu absolución. La calumnia que haces al estado de Chile es tanto más injusta, cuanto le atribuyes lo que hará siempre una de sus quejas contra el gobierno español. Más de un millón de almas te desmiente, porque aun no se ha visto aquí nombrar C'anónigos, capellanes, u otros empleados, y quitarlos cuando ya son inútiles sus esfuerzos. Lo que se ha visto y tú has debido leer en el cuaderno tercero del Pensador del Perú, son las instruc– ciones de Abascal a Gainza y a Osorio. Allí manda dar de ma– no a los jefes y oficiales, que no convenga mantener en sus em· pleos. Anula los grados concedidos por el brigadier Pareja y el coronel Sánchez, que no tenga la aprobación virreinal, dejándoles sólo las divisas por el riesgo de malas consecuencias si se disgus· tan: ordena se haga una pesquisa de los oficiales desleales , y que s2 les separe con disimulo, no obstante que confiesa se habían portado con valor en el sitio de Chillán: encarga se examinen las facultades físicas e intelectuales de don Juan Francisco Sánchez, como si fuese quebrado o loco. Todos saben que estas instrucciones no quedaron sin efecto, como se quedan las costosas reales órdenes en recomendación de americanos, llamadas por los mismos hostias sin consagrar. Los jefes y oficiales creados en Chillán fueron como los de una comedia, que sólo figuran mientras se representa. Se despidió a unos, se r ebajo a otros, y a ninguno se confirmó. De aquel en– jambre de coroneles de ejército tal cual quedó de coronel de mi– licias, y un hombre festivo los comparó en aquel tiempo a los ochos y nueves de la baraja, que sólo sirven p ara jugar malilla. Aun se hizo la farsa de proponerlos a España, y sólo vinie· ron confirmados los Talaveras, y los españoles Elorriaga, Mon· toya, Quintanilla y Ballesteros, pero ningún americano. Pidieron que al menos se les pagasen sus sueldos vencidos, y se hizo un ajuste graciocisimo ( 1) cargándoles luego la manteción en Chillán a tan subido precio, que oficiales y soldados salían alcanzados. Por ese arbitrario reglamento se pagó después . a los que con– tinuaron sirviendo, sin pararse en la escandalosa injusticia que a los talaveras se pagaban por el reglamento de Lima, contra lo expresamente mandado; y de aquí resultaba que un coronel ame· ricano tenía cinco pesos menos que un alférez de talavera. Trans- (1) Sueldos de los talaveras Coronel. ............ . Teniente Coronel. ...... . Sargento Mayor........ . 250 185 130 Sueldos de los americanos 50 45 40

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