La expedición libertadora

451 formaciones más raras que las que cantó Ovidio, se repitieron en todas clases. Un fraile Almirall, vicario algún tiempo, y des– pués capellán mayor de ejército huyó envuelto en su pobre sayal a una misión de Valdivia. El intendente del ejército se volvió teniente coronel sin sueldo, y luego oficial de unas cajas sin dinero. Llega al fin de odorífero Marcó diciendo como Roboan al pueblo atribulado, si se os castigó hasta ahoJ'.a con azotes, yo os castigaré con escorpiones (1). Ya no hubo chileno con empleo ni representación; todos son separados y substituídos por españo– les europeos; hasta los escritos y memoriales se encabezaban con lo de natural de España, y se quedaba seguro del buen éxi– to. Los subdelegados americanos, y los comandantes milita res de todos los partidos, desde Copiapó a Chile, fueron quitados: el mando de batallón de Concepción se arranca al antiguo teniente coronel Roa, y se da al sanguinario Campillo: el de dragones se le quita al coronel Santa María y se entrega a Morgado: del de Chillán se despoja a Lantaño para darlo a Alejandro: del de Val– <livia a Caraballo para poner a Piquero. Todos los días había ascensos militares, y no se dió ejemplo que un americano parti– cipase de aquella prodigalidad. Campillo, que salió de España subteniente de milicias, y llegó a Chile con el grado de capitán, en menos de tres meses se vió teniente coronel de ejército y co– mandante de un cuerpo veterano. Morgado, de sargento mayor se transformó en coronel y comandante: Alejandro de teniente ayu– dante se viste de coronel, y obtiene una comandancia: Piquero, .:apitán, es hecho coronel comandante. Todos los oficiales de talavera subieron en razón de lo que bajaban los del país: hasta (1) Capitán ... Ayudante mayor ... . Teniente . . ........ . Sueldos de los talaveras 85 75 65 Alferez.... . . ........... . 55 Capellán . . . 45 Cirujano ... . 45 Sueldos de los americanos 35 30 25 20 20 20 Esta razón se ha sacado de las listas de revistas, que se hallan en la tesorería y contaduría mayor. Se ve por ella que a los infelices oficiales ;,mericanos ni aun se pagaban por el antiguo reglamento de Chile: ni ~iquiera como a milicianos acuartelados. De aquí el desprecio con que se les miraba; de aquí el no haberse pagado las asignaciones que dejaron :.i sus pobres familias los valdivianos y chilotes. Cerca de 4000 de éstos se trajeron engañados con empleos y sueldos, y no pasarán de 200, los que han regresado en clase de mendigos, sin, empleos, sin sueldos ven. ciclos y sin una miserable asignación de Inválidos.

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