La expedición libertadora
457 y como en las gacetas has leído repetidos decretos para conser– var su pureza y culto; no te atreves a negarle a aquélla ni éste: ¿más por ventura, dices, este penniso, o bien el precepto de reli– gión es un argumento de que los gobernantes son religiosos? ¡Bueno ... ! ¡hermoso! Repito que en España te harán inquisidor . ¿Más, por ventura, diré yo también, el permiso o precepto de re– ligión es argumento de que Fernando y sus visires son religiosos? Dime ¿cuándo se olvidará este pretexto de religión para hacernos una guerra irreligiosa? Con ese velo se pensó cubrir la primera conquista, y con el mismo se quiere todavía autorizar la segunda. Pero si los españoles de en tonces se dejaron ver como los más irre– ligiosos e inmorales; Jos de ahora no les van en zaga. Oye lo que decía de sus compañeros un conquistador imparcial en boca de Galvarino: la ocasión que aquí los ha traído por mares y por tierras tan extrañas, es el oro goloso que se encierra en las fértiles venas de esta tierra. Y es un color, es apariencia vana querer mostrar que el principal intento, fué el extender la religión cristiana, siendo el puro interés su fundamen to: su pretensión de Ja codícia mana, que todo Jo demás es fingimiento; pues los vemos que son más que otras gentes adúlteros, ladrones, insolentes. (Ercill., Arauc., part. 2, cant. 23.) ¡Qué diría este historiador, si volviese a estos tiempos y to– case lo que nosotros palpamos! Diría que las costumbres no han podido mudarse, subsistiendo Ja misma legislación, Ja misma for– ma de gobierno. Diría, que nada debe esperar la América de un Fernando injusto, como el católico, pero más ingrato. Tú piensas que todo es lícito contra nosotros acusándonos de irreligión, y apelas a los hechos de no estar en su diócesis el ilustrísimo obispo de Santiago; a la remoción de curas; a la casa de ejercicios con– vertida en parque de aiitillería y levantas doble testimonio al sa– cerdote Beltrán. Vamos por partes. Tú sabes que por decreto de las cortes a 11 de agosto de 1812 entre las medidas tomadas por el gobierno de las provincias que iban quedando Ubres de enemi– gos, el artículo 8? dice: "si algunos párrocos hubiesen cooperado, favorecido o auxiliado el partido de los enemigos, se prevendrá
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx