La expedición libertadora
459 dón del autor de la Pepa ( 1) luego que un grito de alarma les avise que ya es tiempo de excitar sus feligreses a Ja libertad. Sf, párrocos venerables: sf, hermanos dignos: ya va a rayar el her– moso día de nuestra resurrección política: a establecerse el reino de la igualdad y de la justicia. Ya vais a vengar el degradado con– cepto que se ha formado la España de vuestra caridad, luces y principios (2). La patria os invoca, y cada uno de vosotros hará más que yo, que hasta ahora sólo he podido cargar un grano de arena para el majestuoso edificio que se prepara. No te irrites por este transporte, que saltó impensadamente del corazón a Ja pluma. Vuelvo a tu carta para decirte, que no fué irreligión, sino necesidad urgentísima ocupar la casa de ejer- dos para poner la maes tranza. Aquel solitario edificio, por lo es– pacioso y separado de la plaza principal, era el más adecuado, y y se tomó, sin sus utensilios ni rentas, con cargo de reponerlo a su antigua estado, o de labrar otro igual o mejor. Pregunta a los que últimamente han saHdo de Chile, y de ellos sabrás, que se está trabajando la casa ofrecida con la capilla del Carmen, trofeo y recuerdo de la acción del Maypú. Te dirán que hay una en la: Calera, y otra en los suburbios de esta corte para los dos sexos: que el colegio de Apoquindo, y parte de la Recoleta franciscana están consagrados al mismo objeto, con fruto y sin termi,sión. Hay, pues, ahora más casas de e~ercicios, y son más repetidos que bajo el reinado de los tiranos. Yo sé que en Lima ni son tantos, ni ;tanl frecuentes los retiros. Sé también que Pezuela tomó para cuartel (1) Cierto cura europeo en el Perú, compuso una comedia titulada la Pepa, cuyo objeto es poner en ridículo a los coroneles de m.ilicias, que se ven en aquel virreinato; y a los matrimonios que se celebran en Lima ¡Y este ingrato huésped aun come el pan del Perúl (2) Rasgos para la constitución anunciados por el Intendente del ejér– cito don José González Montoya. En este folleto injurioso, que dió a luz en Cádiz en 1811 el ex intendente de Puno, se expresa as(: "por voz gene· ral todos saben en España que los más eclesiásticos de América son muy r icos, muy idiotas y muy tiranos". Dice también: que no se ve religión m en los indios, ni en sus curas: que ninguna moral hay: que es generalfsimo el mal ejemplo en juego, mujeres y aguardiente... y llega hasta dudar de la validación de los sacramentos que administran, porque no se ve la re– ligión que habíamos aprendido ele nuestros padres en Espafia. La junta de censura de Cádiz despreció la dolorida queja de la dlpu· taclón americana contra este renegrido libelo; declaró que nada hallaba que censurar. ¡Ya se ve, el injuriante era europeo, y americanos los inju– riados !!! Hasta se le premió con la dirección general de tabacos de la Habana !!!
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