La expedición libertadora

462 tosas en honor de madame Castro quemada en Lima, y corrieron estampas para venerarla como mártir de su secta. O no hay fe humana, o la rebelión de los prisioneros de San Luis debe ser creí– da. Yo, que no gusto de aventurar mis juicios, he procurado infor– marme de aquel suceso por los mismos confinados que lo presen– ciaron, y han regresado después. Contestes todos, aun hallan mo– derado el parte oficial del teniente gobernador, que se dió a la ga– ceta. Cuando Pezueia y su gavilla vayan a acompañar a Marcó, sabrán circunstancias, que forman contraste entre la humanidad característica de los americanos, y la feroz ingratitud de los espa– ñoles, que allí murieron. Entonces dirán: la conspiración fué cier– ta; nosotros creíamos se hubiese fraguado como la de Quito para asesinar en las cárceles de Chile por los talaveras" ¡Ah! ochenta mil almas vieron el espectáculo sangriento y los miembros palpi– tantes de tanto inocente. Casi todos los del club homicida han bajado ya a la tumba. El sargento Vallalobos, vil instrumento de los antropófagos, se horrorizó tanto después que, como Cain, an· daba temblando de espanto, y arrodillado pidió su baja para irse a la Recoleta franciscana de Lima a v·estir el silicio y el sayal. ¡Al– tos juicios del eterno ... ! este miserable regresó de Lima en las vísperas de la acción de Chacabuco, fué prisionero, causado y pe– nado. Felizmente llegaron a España informes reservados, cuando era mmistro universal de Indias el americano Lardizábal; se pi– dió por real orden la causa y a los talaveras Maroto, Morgado y San Bruno; pero aquélla se dió por no recibida, y estos hicieron una papelada, y se informó al rey que eran las columnas de Chile. La causa se quemó en secpeto, para que no diese testimonio a tanta maldad, pero está escrita con caracteres indelebles en la imaginación horrorizada de cuantos por entonces moraban en Chile. Mira ahora, si en procurar Ja independencia de América no tiene igual parte el corazón y el juicio. Tú sabes que la prueba más irpefragable de la doctrina de Jesucristo fué la constancia de dedicatoria a la virreina, cuando para consolarla de lo que moqueó S.E. por los muertos de San Luis, le anuncia que en breve pondrá en sus manos otra oración en acción de gracias por la muerte de todos los patriotas. El funebrista hacía las cuentas sin la huéspeda. El oía que Fernando preparaba la furibunda expedición de 20.000 hombres contra el Río de la Plata; pero no veía que ésta, la que dispuso después y cuantas sigan, se quedarían en idea, porque carece de los resortes principales para moverlas, que son dinero y voluntad de los pueblos. Sin embargo, el tema y los pasajitos de los macabeos y de los reyes que tendrían preparados no serán perdidos; porque servirán para el panegírico en el día que yo vaya con padrino a recibir la absolución de apostasía. Yo entonces abogaré por un hermano obligado seguramente a hablar contra su corazón: y que las había con un déspota, que se irrita cuando no le presagian cosas favorables, como se irritaba. Agamenón contra Calchas y Achab contra Michéas.

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