La expedición libertadora
464 En el silencio recibe los inciensos de la mayor parte de aquellos habitantes (los de Chile ) y los de todos los pueblos en que se ha dejado senfü su influjo (2). Sí: esa divinidad obra prodigios en Chile. Sus campos, como los de Cadmo, brotan soldados, y manda– dos éstos por un jefe supremo, heredero de la espada de Hércules, son dueños de la victoria. El bello sexo comunica el civismo a la actual generación y a las futuras; porque niega su mano el que no es patriota (3) y cuando concibe, transmite al feto el amor a la libertad y el odio a la tiranía en que hierve su imaginación. En el Perú también se ha sentido ya su influjo, y esperan todos al vence– dor de Chacabuco y Maipú, como esperaban los de Asia a Mithri– dates, para que los librase de mandones y crueles ambiciosos. Ya parte este nuevo Josué, y las murallas de Lima caerán a su voz, co– mo las de Jericó. ¡Compatriotas peruanos: hombres todos los que habitáis el país de los Incas! apresuraos a recibir el libertador: hic vir, hic est tibi, quem p romitti sepius audis (1) este, este es el hombre tantas veces por tu bien prometido. Es el nuevo Amphion que va reunir a todos en un congreso, que afiance Ja igualdad, extinga los odios, y forme una república de hermanos (2) ¡chile– nos generosos! complaceos desde ahora en la obra de vuestros es– fuerzos. Vuestros sacrificios serán inseparables de nuestra gratitud. Habéis practicado mejor que otras naciones el derecho de gentes, que manda socorrer a un pueblo tiranizado. El cielo os da por premio la unión de corazones y de sentimientos bajo el virtuoso jefe y discreto senado, que os llevan a la inmortalidad. Cuartel general del ejército libertador del Perú en Chile, mayo 20 de 1820. Cayetano Requena. (2) Quad. 3 del Pensador del Perú, páginas 87. (3) Se ha notado que sólo son antiamcricanos las feas. las cándidas y las que padecen algún mal interior. Las primeras, porque creen en el mérito de la opinión suple el de la naturaleza, o porque esperan que pro– hibiéndose a los soldados de Fernando se casen con patriotas, les puede caber algún aburrido. Las segundas porque no conocen el precio de la libertad, y viven como máquinas. Las últimas, por Ja desesperación en que las pone su mal incurable, o porque se imagina que la pezuña es el sánalo todo. Yo llenaría un hospicio con Ja primera y tercera clase, y podría las ele la segunda a servir un hospital. (1) VJRGILIO, Eneicl., libro 6, v. 791 (2) Este ha sido siempre el objeto de S.E. y lo expresó muy bien. a Pezuela en oficio que Je dirigió a 11 de abril de 1819, después de la acción
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