La expedición libertadora

504 te, y recursos para sumergirlos en su mismo osadía. Valerosos chilenos: escuchad las voces de la humanidad y del propio interés, volad a auxiliar al Perú, que aunque oprimi– do al presente por el peso de la tiranía, sacará de su dolor mismo todo el esfuerzo para hacer feliz vuestra empresa. El Perú os lla– ma, él os convida, él os conjura para que seais sus libertadores; él no sólo os hace percibir las tristes quejas de un desgraciado que yace en la prisión, y a! que la razón misma exige aliviarlo; sino que también os brinda en recompensa su comercio, sus riquezas, sus brazos, y vuestra propia seguridad. Desterrad de entre vosotros cualquiera que, consultandq tal vez sus particulares intereses, tra– te de entorpecer un paso tan indispensable: sólo el egoísmo, o una criminal apatía puede calificarlo de inútil o inoport11no. E! estado de las cosas lo requiere, no permitáis que el tiempo y otras cir– cunstancias aciagas lo imposibiliten en lo sucesivo, y tengáis que llorar el haber perdido las coyunturas más favorables. Vosotros, o vuestro gobierno, nos han empeñado su palabra; son demasiado se– rias las uromesas que nos han hecho, y sería indigno de un estado libre e independiente reducir sólo a palabras tan grandes ofreci– mientos. DASM.-XI.-262-73

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